Ottawa.- El primer ministro canadiense, Stephen Harper, y la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, mantuvieron hoy una reunión privada en las cercanías de Ottawa para dirimir sus diferencias sobre la misión militar canadiense en Afganistán.
Clinton, quien se encuentra en Ottawa para asistir a la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G8, concedió ayer varias entrevistas a medios de comunicación canadienses en las que pidió de forma repetida que Canadá mantenga su contingente militar en el país asiático tras el 2011, luego de que el Gobierno canadiense se ha comprometido a retirar su contingente militar en el país afgano a finales de ese año.
Ayer mismo el ministro de Asuntos Exteriores canadiense, Lawrence Cannon, declaró tras la cena de trabajo del G8: "Hemos sido bien claros. La misión militar de Canadá finalizará en el 2011".
El despliegue militar en el país asiático es un tema cada vez más impopular entre la opinión pública canadiense. Un total de 144 soldados canadienses han perdido su vida en el conflicto, la tercera mayor cifra de bajas después de EE.UU. y Gran Bretaña.
Ottawa también se ha quejado en varias ocasiones de que muchos de sus socios de la OTAN con tropas en Afganistán están evadiendo sus responsabilidades al mantener sus soldados fuera de las zonas más conflictivas y evitando enfrentamientos con las guerrillas talibanes.
Canadá tiene unos 2.500 soldados desplegados en la provincia de Kandahar, una de las zonas más conflictivas del país y la cuna del movimiento talibán.
El rechazo del Gobierno de Harper a las peticiones de Washington puede ser el último capítulo de roces entre los dos países.
Ayer Clinton sorprendió a las autoridades canadienses cuando criticó de forma abierta y contundente a Ottawa por la exclusión de varios países de una reunión sobre el Ártico celebrada en las cercanías de la capital canadiense.
El Gobierno conservador de Harper también está enfrentado con la administración del presidente estadounidense, Barack Obama, en la lucha contra el cambio climático.
Harper, quien antes de llegar al poder en el 2006 calificó el Protocolo de Kioto como "un complot socialista", se ha negado a cumplir los compromisos canadienses en materia de lucha contra el cambio climático por temor a que dañe el crecimiento económico del país.
Canadá se ha beneficiado en los últimos años de las masivas reservas petrolíferas que cuenta en la provincia de Alberta, pero la explotación de las arenas bituminosas es una empresa intensiva con graves repercusiones para el medio ambiente que ha sido constantemente criticada por grupos medioambientales.
La situación en Oriente Medio también puede constituir una nueva fuente de roces entre Ottawa y Washington. En las últimas semanas la administración Obama ha adoptado una política más severa hacia Israel a raíz de los planes de construcción de viviendas en los territorios ocupados.
Los planes de Tel Aviv han sido condenados por Washington y sus aliados europeos, pero el Gobierno Harper, que desde el 2006 se ha convertido en uno de los más férreos defensores de las acciones de Israel, se ha limitado a expresar su "preocupación" por los planes de construcción. EFE