Resulta que en la sede de la ONU, representantes de centenares de países se reúnen para realizar la conferencia de donantes de fondos, dirigida a facilitar unos 3.000 millones de dólares que ayuden a la reconstrucción de la devastada Haití, y en tanto el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), intenta fortalecer los mercados locales en el vecino país, las autoridades dominicanas denuncian que muchos de los productos comestibles son incautados en la frontera por su comercialización ilícita.
La “Conferencia internacional de donantes para un futuro mejor en Haití”, presidida por el jefe de Estado haitiano, René Preval, con el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, como co-anfitriones, discuten, en primer término, cómo recuperar la economía haitiana y ayudar al país más pobre de América a "reconstruirse mejor", tras el sismo que destruyó una gran parte de la capital y agudizó las ya existentes precarias condiciones de vida de esa población.
Pero, resulta sumamente deplorable que en esta “carrera contra el tiempo” para brindar imprescindible apoyo a los haitianos, mientras la nación dominicana se esfuerza por encima de sus posibilidades para compartir, no lo que le sobra, sino hasta lo que no tiene, en la frontera se ocupen cargamentos de leche y miles de enlatados que personas sin escrúpulos comercializan en pos de su enriquecimiento personal.
Y cuando se habla de leche, panes, jugos y otros productos, vienen a la mente los menores haitianos, arrastrados por sus madres y otros impúdicos seres, que en las calles dominicanas piden limosnas y multiplican aún más la miseria y necesidades de todo tipo, allá y acá.
Muy enérgicas y severas deben ser las medidas que asuman contra quienes trafican lo que se envía para la ayuda de Haití.