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El monumento a Nelson Mandela

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En una de estas tardes capitalinas conversaba con mi dilecto y grato amigo, el doctor Ramón Miliano, acerca del aporte de los grandes hombres de la historia, cuando de repente nuestras mentes fueron invadidas por el nombre del gigante negro, Nelson Mandela, a propósito de que el gobierno de Inglaterra prepara una estatua bronceada para exaltar su persona.

Junto a Lincoln y Winston Churchill estará Nelson Mandela en un monumento que se levanta en la plaza inglesa de Westminster.

Algunos impresos mundiales informan que “una estatua de bronce ha sido descubierta con el reconocimiento de Inglaterra, de su gobierno, de sus instituciones y de sus gentes”.

Por su lucha en contra de la segregación racial, su resistencia, defensa y apego a los más elementales derechos de su pueblo, Nelson Mandela fue llevado a un tribunal de blancos y condenado a cadena perpetua de cuya prisión salió después de 27 años. En penosas condiciones y aislado de todo privilegio, durante sus años de encierro, Mandela llegó a convertirse en el símbolo de la resistencia negra, en contra de la segregación racial, a quien el gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad.

Mandela aun sigue siendo un líder que goza del afecto y la simpatía de una franja importante del universo y por su lucha en contra toda dominación. Una figura de leyenda que representa la dignidad y el decoro de los pueblos.

Mandela estuvo preso primeramente, de 1952 a 1955. En las ergástulas sudafricanas fue sometido a todo tipo de vejámenes.

Un valioso defensor de los derechos y la libertad de la ciudadanía negra contra los intereses del Partido Nacional gobernante. La historia de Sudáfrica dice que en 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo la inspiración de Gandhi, el ANC propugnaba métodos de lucha no violentos: la Liga de la Juventud (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.

En 1952, Mandela llegó a presidir el ANC, al tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había convertido en el líder de hecho del movimiento.

La represión produjo 8.000 detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo.

Allí estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica. En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público, promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza. En 1961 Mandela se convierte en el líder del brazo armado del Congreso Nacional Africano.

El 5 de Agosto de 1962 es arrestado tras vivir huyendo durante varios meses, y reducido a prisión en el fuerte de Johannesburgo. En 1984 el gobierno intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes a los que el régimen había concedido una ficción de independencia; Mandela rechazó el ofrecimiento.

Durante aquellos años, su esposa Winnie simbolizó la continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el ANC. Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, hubo de ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial, liberando a Mandela en 1990 y convirtiéndole en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.

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