En días en los cuales el país se lamenta de incendios que han apocado bosques y parques de su geografía nacional, la necesidad de conservar el verde de la tierra resulta imprescindible.
Instituciones, empresas, escuelas y diferentes entidades han realizado labores encaminadas a concientizar a la población acerca de la importancia de cuidar la vegetación y propagarla: multiplicarla, no extinguirla. Se trata de un asunto de vida o muerte.
En la capital dominicana, la Universidad del Caribe (UNICARIBE), por ejemplo, inauguró en este Día del Árbol un Parque Ecológico, cuyas plantas ornamentales y floresta, en general, favorecen el entorno y preservan el medio ambiente.
Desde la costumbre iniciada en Suecia, en 1840, el Día del Árbol se ha extendido por el mundo como acto de reflexión sobre ese calentamiento global que, de mantenerse, consumirá a la casa mayor: el planeta tierra. En el hogar, las escuelas, instituciones, empresas, la sociedad toda, debe impregnarse de este concepto básico de la existencia humana, que más que una obra de buena voluntad, significa un propósito de esperanzas.
Recordemos la letra de ese bello poema y reflexionemos, finalmente:
“Cantemos al árbol que voy a plantar./ ¡Si Dios lo protege del hombre y del viento,
salud riqueza dará!/ Para el aire puro, /campestres aromas; /para el caminante,/regalada sombra./Templará los rayos de la luz del sol;/por entre las aves /sus nidos de amor./
Cantemos al árbol/ que voy a plantar./ ¡Si Dios lo protege del hombre y del viento/ salud y riqueza dará!/ Uno para el otro,/ los dos viviremos;/ él se irá elevando/ y yo iré creciendo/ y si triste y solo llego a morir, / dejaré en el mundo / un árbol quisiera / plantado por mí./ Cantemos al árbol/ con voces de paz y amor/ ¡Defiéndalo el hombre!./ ¡Protéjalo Dios!”.