Escribe una joven madre, trabajadora y preocupada por la salud e integridad de su hijo lo siguiente: “Señores, las cosas que pasan aquí, ya no son casualidades. Lo del desayuno escolar es una burla. ¿Qué es lo que pretenden, acabar con el estómago de todos los niños y niñas que ingieren esos “disque” alimentos?
“Trescientos más son los menores que se intoxican. Pero, bueno ¿hasta cuándo, Dios mío? Esto no tiene madre y ni mencionar que los que matan, roban y trafican drogas son los mejores tratados”.
En verdad, temblaba de impotencia la mano de la madre que escribió esto y pidió, por favor, que fuera publicado en Face Book y en DominicanosHoy.com. Así ha sido.
La noticia acerca de más de trescientos niños intoxicados en el municipio Río San Juan ha conmovido, una vez más, la opinión pública.
Que se haya dispuesto la reanudación de la distribución de la leche en la dieta de los escolares significa una responsabilidad del ministro de Educación, Melanio Paredes, sobre todo después de la investigación llevada a cabo por su cartera acerca de las causas de las intoxicaciones.
Ojalá la opinión pública conllevara siempre a análisis profundos y fuertes, cada vez que la sociedad se inquieta por cuestiones que afectan a sus miembros, sobre todo si son los menores del hogar.
Pero, lamentablemente, el tema del desayuno escolar ha pasado de año en año sin soluciones concretas. A veces, el debate se ha enfocado desde el punto de vista competitivo de mercado y por motivaciones políticas, lo cual no ha procedido para nada en el mejoramiento de las condiciones de los menores estudiantes.
En otras, los controles de calidad de la leche han dejado mucho que desear. Ahora, ¿qué sucede? Como escribe la madre que inicia estas líneas, ¿Qué es lo que pretenden, acabar con el estómago de todos los niños y niñas que ingieren esos “disque” alimentos?