Cesaron los muchos comentarios de los días que precedieron a la firma del acuerdo mediante el cual, Venezuela adquiere el 49% de las acciones de la Refinería Dominicana de Petróleo (REFIDOMSA), en la República Dominicana.
Desde hace tiempo, diversos comentaristas han enfocado sus análisis en torno al tema y en cuanto a PETROCARIBE, por ejemplo, se conoce que uno de los países más beneficiados con dicha iniciativa, creada desde 2005, es, precisamente, la nación dominicana.
La pregunta sigue siendo ¿cómo se pagarán tales compromisos? Y los más avezados se cuestionan si los fondos no serán aprovechados por unos pocos, en detrimento de la gran- desposeída- mayoría.
De todos modos, cuando el temor de la marea negra avanza por el Golfo de México, y aún sellando el grupo petrolero BP una de las menores de las tres fugas del derrame, la realidad sigue inquietando a los países que pueden ser afectados (entre ellos este), por lo que la rúbrica de dicho acuerdo y otros más, entre el presidente Leonel Fernández y Hugo Chávez, pone una dosis de optimismo en días borrascosos.
En cuanto al convenio para prevenir el consumo indebido y tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, ello significa unir fuerzas en un punto que desestabiliza sin treguas a la región.
En general, cada uno de los acuerdos fortalece el sentido de solidaridad y vínculos entre los países. Quizás sea el término “crisis” de los vocablos más repetidos en los últimos tiempos. Pero, más allá de acuerdos y convenios solidarios esta sociedad tiene que alcanzar un punto medio en el sosiego cotidiano. Como dice Galeano: “El negocio más rentable del mundo genera fortunas y desastres naturales. Los gases venenosos que el petróleo echa al aire son la causa principal del agujero del ozono, que ya tiene el tamaño de Estados Unidos, y de la locura del clima…”
Ojalá la sociedad dominicana pueda respirar y vencer un poco los miedos en estos tiempos de terror e incertidumbre…