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La política dominicana y el populismo

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En una ocasión alguien dijo por ahí «Los pobres son pobres porque son ignorantes», y este es uno de los argumentos más comunes para explicar la situación actual de nuestro país. Pero, realmente el populismo que nos azota no se debe a la ignorancia de las masas, sino al perfecto uso de la razón de los individuos.

La confusión está en que se asume que todo el mundo enfrenta las mismas circunstancias y por ello el que no tome una decisión similar a la de uno es considerada ignorante. La realidad sin embargo es muy distinta. Mientras el adinerado piensa en cómo expandir sus negocios en los próximos días o meses, el pobre piensa de donde va conseguir el pan para alimentar a su familia al día siguiente. Dos individuos perfectamente racionales ante circunstancias completamente diferentes que los llevan necesariamente a tomar decisiones diferentes.

Para el individuo pobre el populismo es una opción racional. Esta realidad produce una de las grandes paradojas que impide que la lucha contra la pobreza consista simplemente en implementar una serie de reformas económicas y sociales. Las decisiones del individuo pobre están dirigidas a satisfacer necesidades actuales y momentáneas y no a mejorar un futuro lejano.

Sin embargo, las reformas sustanciales necesarias en nuestro país, son cambios que en su mayoría producen costos a corto plazo y beneficios a largo plazo. Aunque es cierto que los beneficios a largo plazo pueden ser significativamente mayores que los costos de corto plazo, las circunstancias del individuo pobre le impiden siquiera contemplar los beneficios a futuro.

Además, los sacrificios de corto plazo, como proporción del ingreso personal, son generalmente mucho mayores para los sectores de menores recursos. Peor aún, con frecuencia las reformas emprendidas no se han consolidado en el tiempo, por lo que se han pagado los costos en el corto plazo sin luego recibir los beneficios prometidos en el futuro.

El populista, perfectamente consciente de esta paradoja, la manipula para ganar los votos de la mayoría de la población. Concentrándose en el presente, logra identificarse con los sectores de menores recursos. En cambio, aquellos políticos que hablan de un futuro promisorio al costo de un presente doloroso, terminan siendo incomprensibles para el individuo pobre de nuestros países.

Cualquier movimiento político que busque de buena fe lograr los cambios necesarios para poner al país en la senda de un desarrollo sostenido y una democracia sólida, debe entender esta paradoja. Desechando el argumento: “los pobres son pobres porque son ignorantes”, hay que construir un puente entre el presente y el futuro del individuo necesitado para así facilitarle la travesía. Sin este puente toda visión de futuro permanecerá en el mundo de la abstracción y el individuo pobre continuará preso de sus circunstancias.

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