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Más hambre en América Latina

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Latinoamérica incrementó el número de hambrientos y desnutridos, según informó en la apertura de la XXXI Conferencia de la FAO en Panamá, el director de la FAO, Jacques Diouf, quien denominó la situación como una paradoja, en la medida en que la región produce alimentos que cubren las necesidades alimentarias del conjunto de su población, y exporta cantidades no desdeñables de excedentes.

La cuenta sigue sin dar para los más desposeídos, cuyos precios de los alimentos son cada vez más inaccesibles y las producciones más encarecidas, Se habla de agricultores y pastores en diferentes territorios del orbe, que han tenido que vender la fuerza animal que les ayudaba a producir la tierra.

La noticia es más que triste y, lamentablemente, real. En la región habitan ahora 53 millones de hambrientos, de 45 millones que se cuantificaban anteriormente y si bien es cierto que la crisis alimentaria y económica mundial se ha sentido en el mundo entero, con matices y repercusiones diferentes, también es verdad que los posibles avances que se vislumbraron hasta 2006 en América Latina, quedaron anuladas, tal y como ha informado la FAO

Otra vez los ministros del sector agropecuario y delegados de 27 países de América Latina y el Caribe se dieron cita, esta vez en Panamá, durante los días que concluyeron el cuarto mes del año 2010 y de nuevo saltó a la luz lo que se viene repitiendo hace tiempo: Diouf aseguró que “el problema de la inseguridad alimentaria en la región no se halla en la disponibilidad de alimentos, sino más bien en la capacidad productora de algunos países y en el acceso insuficiente a los alimentos”.

La realidad indica que las medidas hasta ahora asumidas no han resuelto el problema del hambre, ni en el mundo y mucho menos en este continente. No se trata sólo de las consecuencias que han dejado tras sí los fenómenos naturales en los sectores agropecuario, forestal y pesquero; tampoco hay que imputarle todo al cambio climático.

Hace muchos lustros que casi a coro gritan quienes saben y visualizan con objetividad el problema, que los estados tienen que dedicarle mayores recursos al desarrollo territorial en zonas rurales. El director de la FAO reitera que es imperioso “proporcionar la oportunidad de apoyar a los pequeños productores y de fortalecer la agricultura familiar”, más aún si se tiene en cuenta que la agricultura contribuye con un 5.0 por ciento al Producto Interno Bruto regional.

De todos modos, sin pesimismos, pero si con realismo, como van las cosas hasta ahora, es casi imposible que se cumpla la meta fijada en los Objetivos del Milenio para 2015, en torno a la reducción hasta la mitad de personas con hambre en la región.

Erradicar el fenómeno implica todavía compromisos mayores para quienes tienen el poder en América Latina y el Caribe, y también en el resto del mundo subnutrido y hambriento, porque las estrategias pasan por quienes no entienden, entre otras cosas, que las agroexportaciones no pueden estar enfocadas en generar divisas, sin tener en cuenta la calidad de vida de la población y sin respetar el medio ambiente.

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