Desde el año 2006, alrededor de 20 millones de hectáreas de tierras cultivables “habrían sido objeto de negociaciones en el mundo, según Olivier de Schutter, relator especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación”.
Lo anterior forma parte del artículo publicado por Bertrand D’armagnac en Le Monde y titulado “La ONU y la FAO preocupados por el neocolonialismo agrícola”.
No son pocas las personas que desde sus propios hogares y puestos de trabajo debaten el tema de la tierra, pues, o se le dedica tiempo, inversiones y todo tipo de esfuerzo, o sencillamente la humanidad sigue el camino tristemente ascendente del hambre y desnutrición.
Es cierto que la ONU y la FAO intentan encontrar algunas formas que concreten la manera de proteger a los pequeños productores. Tal y como asegura D’armagnac, los espacios agrícolas se han convertido en activos codiciados y Naciones Unidas busca enmarcar estas inversiones.
Invertir en la agricultura es necesario con “códigos de conducta” tal y como señala Jacques Diouf, director general de la FAO, años después de haber hablado acerca de los riesgos de un “neocolonialismo” en este sentido, sobre todo a la hora de las adquisiciones y, en particular, en los países pobres, sin medios políticos y económicos que defiendan sus intereses.
La FAO ha previsto que para 2050, si la producción agrícola pretende responder al aumento poblacional, debe incrementarse en un 70%.
A los viejos problemas subyacentes y multiplicados en los tiempos contemporáneos, se suman las consecuencias y daños del cambio climático y carencia de una seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.
El foro de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación que tuvo lugar en Panamá, recordó cómo la crisis alimentaria y económica mundial aumentó los hambrientos de 45 millones a 53 millones en Latinoamérica en 2009 y hubo en la agenda del comité técnico una evaluación de la gestión de riesgos y respuestas ante emergencias en los sectores agrícola, forestal y pesqueros en Latinoamérica.
También se habló de la agricultura familiar y el peso de la misma en las naciones del área y como siempre, se intentó al final de confluir los criterios en un documento común aprobado por la Conferencia, donde estuvieron presentes delegados de 33 naciones de la región.
Ojalá 2011 no llegue con la ya ascendente escala de hambrientos y desnutridos, aunque hasta ahora no se ven muchos puntos claros en el horizonte