Que los estudiantes de Palo Quemado compartan en su precaria “aula”, situada en la carretera turística de Luperón, con ratas y animales que pueden ser perjudiciales para su salud, significa “estar a tono” con la negativa de las autoridades en el país de aportarle el 4% del Producto Interno Bruto a la Educación.
Este multimedios ha realizado recorridos por diferentes puntos cardinales de la República Dominicana, no sólo en áreas urbanas, sino también rurales, y la situación de muchas escuelas a todo lo largo y ancho del territorio nacional es verdaderamente alarmante.
Según afirmó recientemente la ex vicepresidenta de la República, quien estuvo, además, al frente del Ministerio de Educación en el período 2000-2004, doña Milagros Ortiz Bosch, fue durante su gestión que se asignó el mayor presupuesto (2,8%), en este importante sector, que junto al de Salud, no parece alcanzar el sitio que corresponde a una nación que sueña con hombres y mujeres cultos y libres, capaces de llevar sobre sus hombros las responsabilidades del futuro.
Ortiz Bosch considera que desde 1999, hasta la fecha, a la Educación en el país se le han quitado RD$200 mil millones y claro que estas ausencias de ayudas materiales se reflejan en los estudiantes que reciben la enseñanza sentados en el piso, en block, con techos desvencijados, sin letrinas sanitarias, con paredes que se hunden y, como es el caso de los más de 60 estudiantes de Palo Quemado, escuchando las clases rodeados de ratas y alimañas.
Con tanto dinero volcado hacia este período electoral, sería bueno que quienes salgan victoriosos erijan ideas definitorias y acciones concretas para ayudar a la educación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en la República Dominicana. Podría crecer así la fe popular en ellos. ¿Podría?