Ginebra.- La lucha contra la tuberculosis avanza, pero a un ritmo insuficiente frente a la pretensión de reducir a la mitad el número de sus víctimas para 2015, con la resistencia a los fármacos convencionales como principal amenaza.
Estos datos forman parte del primer estudio sobre la tuberculosis que aparecerá mañana en la prestigiosa revista científica "The Lancet", que empezará con éste una serie de artículos sobre la principal causa de muerte en los grupos de edad más productivos.
Según las últimas estadísticas, 1,8 millones de personas mueren por tuberculosis cada año. Como dato positivo, seis millones de enfermos pudieron ser salvados desde 1995 gracias a las mejoras en los programas de control de esta enfermedad.
Los casos de tuberculosis activa se estiman en 11 millones, de los que el 95 por ciento se encuentran en países pobres o en vías de desarrollo.
El doctor Mario Raviglione, director del departamento sobre tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), presentó hoy las conclusiones de la publicación científica, en la que se reconoce que hay un estancamiento en la detección de casos y que los avances en África resultan, hasta cierto punto, desalentadores.
Desde 2004, el declive en la incidencia de la tuberculosis es de apenas el 1 por ciento anual en el mundo, un ritmo demasiado lento como para rebajar a la mitad los casos en 2015.
La incidencia de la enfermedad se sitúa actualmente en 139 casos por cada 100.000 personas, con el 80 por ciento que se concentra en 22 países, entre los que figuran potencias emergentes como Brasil, China, Rusia e India.
Otra vertiente en la que los avances han sido relativamente moderados ha sido el de la detección, con un 39 por ciento de casos de tuberculosis activa que no son detectados.
La gran amenaza relacionada con los intentos por controlar la tuberculosis es la propagación de su versión resistente a varios medicamentos convencionales y que supone, según las últimas cifras disponibles, el 3,6 por ciento de los casos (440.000) al año a nivel mundial.
El estudio advierte de que "sin una inversión significativa en tecnología y capacidad de prevención, diagnosis y tratamiento, la tuberculosis multirresistente (TB MDR) se convertirá en el tipo dominante en las próximas décadas.
Todo ello sin contar un tercer tipo de tuberculosis que es ampliamente resistente a los fármacos (TB XDR) y para la que prácticamente no existe tratamiento.
Los científicos señalan que si el tratamiento para la tuberculosis es relativamente complicado por requerir cuatro medicamentos durante 6 meses, el tipo TB MDR necesita 7 fármacos que deben ser administrados durante al menos 24 meses.
También existe un abismo entre el coste de uno y otro tratamiento, que es de 20 dólares por paciente con el primer tipo de tuberculosis y de 3.500 dólares en el segundo grupo.
El estudio señala también que antes se creía que la tuberculosis MDR se desarrollaba debido a tratamientos inadecuados en pacientes con la tuberculosis habitual, pero ahora se sabe que se puede contagiar y afectar incluso a personas que jamás han estado expuestas a medicamentos contra esta patología.
El sida es un factor de riesgo adicional asociado a la tuberculosis y es un grave problema principalmente en África, donde las personas infectadas son 1,4 millones, de las que menos de una cuarta parte han sido identificadas por los sistemas de salud.
Así como el sida aumenta hasta 20 veces el riesgo de tuberculosis, la malnutrición, la diabetes y el consumo de tabaco y alcohol incrementan la amenaza entre dos y tres veces.
Se estima que en Rusia, donde el consumo de alcohol es alto, un tercio de los casos activos de tuberculosis está asociado a ese hábito, mientras que en India y China el 20 por ciento de casos está vinculado con el tabaquismo.