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Haití necesita más…

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Las autoridades haitianas temen a las lluvias que amenazan con inundar su territorio y profundizar los deslizamientos de tierra que, debido al terremoto del pasado 12 de enero, se mantienen como secuela y amenaza, sin esperanzas de solucionarse cuanto antes.

Cuando hace un tiempo atrás, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, reconoció que la crisis de Haití no se remediaba de forma espontánea, y planteó que se estaba trabajando en un programa para una nueva etapa en Haití, quienes han seguido paso a paso la ayuda a la esa nación, comprendieron que esto no resultaría nada fácil.

La situación se ha complicado, no sólo por el terremoto y las amenazadoras inundaciones sino, además, por los retos que subyacen y enfrenta la realidad haitiana, todos los cuales requieren de un respaldo legislativo, en un contexto de urgencias que integra todas las materias de asistencia humanitaria, reconstrucción, desarrollo y seguridad.

No hay que mencionar que por su vecindad, corresponde a la República Dominicana el enfrentamiento a la recepción del flujo migratorio, agudizado desde los inicios del siglo XX, para el cual está incapacitado el país, debido a sus limitadas condiciones sociales.

Aunque las grandes potencias reconocen su responsabilidad mayor en el caso haitiano, y hasta se ha recordado que debía convertirse en una oportunidad, no sólo para el futuro de Haití, sino también para enmendar los errores cometidos por la comunidad internacional, a casi cinco meses del sismo las cosas no han variado mucho.

Ahora, epidemias y otras enfermedades oportunistas se abren paso entre la tierra herida y las infortunadas condiciones climáticas. La alerta “naranja” es sólo un comienzo de nuevos sufrimientos debido a la carencia para llevar a cabo evacuaciones y medidas que protejan a esa población.

Voluntades y compromisos tienen que apresurar los resultados, porque Haití es ahora, más aún, un foco de problemas que se agudizan y que no se resuelve solamente con la permanencia de la Cruz Roja ocho meses más en ese territorio.

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