Los Legisladores regularon nuestro transitar con una nueva Constitución. La obedecemos. Ellos la pisotean, no les importa violar el artículo 146 PROSCRIPCIÓN DE LA CORRUPCIÓN, con el barrilito y la venta de vehículos que prohíbe la ley de exoneración.
Sin la ley no es posible la vida democrática, sin una sociedad democrática no hay ningún beneficio de ser civilizado. La sociedad es civilización, cultura. La ley es producto de la civilización, el que la ignora está en la barbarie. No se educó, es un varón y delincuente.
La impunidad nos empuja al pozo ciego del caos. Los dominicanos respiramos un aire envenenado que nos llega de los que juraron cumplir y hacer cumplir las leyes.
La dignidad protesta al escuchar “el barrilito es un caso cerrado”. Significando que el poder lo impone. Olvida que la ilegalidad no es el final. Sí lo justo.
En la reciente elecciones los 15 diputados más votados suman 210,808 votos, como el barrilito es un peso por cada voto, serán RD$210, 808 mensual que irán a los bolsillos, si ellos son del barrilito. Necesitamos una calculadora para agregar los millones de pesos de los demás legisladores.
A mí me duele que el Ministro de Educación no reciba el dinero para pagar el pan del desayuno escolar. Los panaderos exigieron RD$300 millones que le adeudan y sin embargo sin demora los millones para el barrilito sonríen, siempre presentes.
Los creadores de esta malsana realidad perturban los caminos democráticos. Se me abre la ventana de la memoria y les refiero que en Taiwán leí en unas tablillas de bambú lo siguiente: “si el príncipe no actúa de acuerdo con unas reglas y se niega a mantener una conducta virtuosa, tampoco el pueblo acatará las leyes ni obedecerá a sus superiores”. Confucio.
Los buenos dominicanos tenemos izada la bandera de obediencia a la ley. Por Dios, no destruyan la familia, las suyas están incluidas.
Vi en la televisión a un aspirante a reelegirse como senador vociferando que se preocupa por las cosas justas y no la práctica. Él ha vendido varias exoneraciones de vehículos, tiene su barrilote y una ONG. Eso es moral hipócrita. Es hijo de la pasión por el dinero que es la metrópoli de todos los males. Los teneres mal habidos lo poseen a él.
Los beneficios del nepotismo los enloquecen y no prevén el futuro por carecer de razonamiento, no tienen el sentido honesto de la vida. Donde no moran los hábitos de las buenas costumbres, hay un gran mal, no oyen la voz de sus obligaciones y no cumplen su misión en la vida. Están en la escena y no ejecutan su papel con dignidad, son débiles.
Hay que aprender a unir la voluntad y la debilidad con la voluntad y la fortaleza amorosa de Dios. Comprender que la vida no es algo que nos da ya hecho, sino que es la oportunidad de hacer algo bien hecho.
¿Qué norma se aplica para juzgar a los hombres? ¿Se les juzgará teniendo en cuenta el deber cumplido? ¿Premiando la honestidad y honor con lo que han buscado, luchado, sufrido, trabajando por la causa del bien común? Sencillamente se tiene presente todo esto. En la intimidad me pregunto ¿Qué soy mientras lo que hago para ganarme la vida?.
Los que suben a la tribuna en la plaza pública oigan la voz de los deberes, lo que nos dirige la naturaleza, es la voz que llega de las cosas que nos rodean. Despierten, sepan que ningún ser humano puede borrar, hacer desaparecer, como que no ha existido o hecho, lo que la naturaleza repudia: Las malas acciones. Lo esencial es actuar con la conciencia del deber y por deber.
DUARTE VIVE: “Lucha por una sociedad libre de privilegios políticos económicos que se opongan a la unión armoniosa de todas las clases sociales”.
El autor es Vicealmirante (R) Marina de Guerra