En realidad no es noticia la sobrepoblación que ahoga las cárceles en la República Dominicana y que las ha convertido en antros donde prima la violencia y la desatención.
La noticia es que la Dirección General de Prisiones finalmente haya dispuesto el cierre para nuevos ingresos en la cárcel de Najayo Hombres, para supuestamente aliviar el hacinamiento y mejorar las condiciones de vida de los internos.
Ese hacinamiento también ha posibilitado que en Najayo prolifere el contrabando, el tráfico de drogas y hasta el sicariato, y ya a nadie sorprende las revelaciones de que muchos delincuentes continúan regenteando sus redes criminales desde la prisión.
Hace unos años que la Procuraduría General de la República emprendió el proceso de transformación del sistema penal en la República Dominicana y sería justo decir que hasta ahora los resultados han sido más bien pobres, con el funcionamiento de apenas unos 13 Centros de Corrección y Rehabilitación.
A nivel nacional, según las estadísticas más recientes que aparecen en la página web de la Dirección General de Prisiones, en total, la capacidad carcelaria en la República Dominicana es para 10,459 reclusos, pero actualmente la población en las prisiones del país asciende a 19,555. Si estas cifras se desglosan, en el modelo tradicional permanecen cárceles con una capacidad para 6,203 presos, pero en verdad albergan a unos 16,666 reclusos; mientras que en el nuevo modelo la capacidad es para 4,256 presos, pero mantienen solamente 2,889.
Con respecto a Najayo Hombres, que paradójicamente lleva el título de “Cárcel Modelo”, tiene capacidad para 1,230 presos, pero allí permanecen unos 3,416, y de ellos apenas 700 han recibido condenas definitivas en un tribunal, el resto, unos 2,716 son presos preventivos.
Resulta una verdad de Perogrullo decir que las cárceles y cómo son tratados los presos constituyen un reflejo fiel de la sociedad en las que nos ha tocado vivir. Ya lo dijo la escritora y filósofa española Concepción Arenal: “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”. Sólo así el ser humano podrá alcanzar su verdadera cúspide de progreso y desarrollo.