El ejercicio del periodismo tiene que ser con base a la verdad, transparente, liberado del odio, sin pasión, intereses creados y los resentimientos.
Quienes desnaturalizan este maravilloso instrumento de comunicación que puede servir para el bien, para el mal, la libertad o la dictadura pierden la capacidad de análisis.
Recuerdo cuando los periodistas y las periodistas luchábamos por lograr la colegiación, Marino Zapete, quien se cree un semidiós donde comienza y termina la ética, desarrolló una campaña de descalificación de esta conquista, que no era la ideal, si no la posible que permitía ir avanzando hasta lograr una real y verdadera ley de colegiación.
Para Marino y quienes les seguían había que abandonar el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), pasando a formar la Asociación de Periodistas Profesionales (APP).
Aunque formaron tienda aparte, Zapete y su grupo no pudieron detener el movimiento ascendente de la colegiación, que finalmente culminó con un acuerdo con los empresarios periodísticos que permitió la aprobación de la ley 10-91.
En su afán por intentar desacreditar al CDP y sus miembros, cuando el presidente Joaquín Balaguer dispuso la entrega de apartamentos y de facilidades para que los periodistas adquirieran carros de bajo cilindraje, Marino Zapete voceaba en los programas donde hablaba que se vendieron a Balaguer.
Tanto Marino como sus aliados rechazaron las facilidades de vehículos que entregaba la presidencia, porque “Balaguer quería comprar los periodistas” y calladamente la APP aceptó que la Dirección General de Aduanas, con la administración de Quico Tabar, entregara a sus miembros esas mismas facilidades, no se si Zapete la rechazó, lo cierto es que lo vieron en un carro nuevo.
Marino nos tiene acostumbrados al doblaje de posiciones, comentarios tremendistas y planteamientos cambiantes.
Lo primero que hizo Zapete cuando aceptó ser Relacionador Público de la Policía Nacional, en la jefatura de Candelier, fue declarar que no era policía, sin que nadie le preguntara.
Una vez ejerciendo sus funciones de Relacionador de la policía, envió una comunicación a los directores de periódicos, medios de radio y televisión, con una lista de periodistas profesionales que prestaban sus servicios como tales en la oficina que dirigía. Esto provocó cancelaciones en los medios de comunicación.
Cuestionar la profesionalidad de Simón Antonio Díaz, el difunto Antolín Montas, Negro Martínez y quien escribe, porque sin avergonzarnos como es mí caso, desempeñé el cargo de Relacionador Público de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), sin que en nada afectara mi labor como periodista asignado por Listín Diario en el Palacio Nacional.
Al fracasar como Relacionador Público de la policía, por los frentes que se abrió no tuvo otra salida que renunciar y dedicarse a escribir un libro que tituló: “Mis Días Grises en la Policía”. Es una obra llena de rencores.
Todo parece indicar que Zapete lleva dentro de sí una frustración tan profunda, que ve en cada policía una persona a atacar, máxime si es un jefe o general.
Desde su espacio “El Jarabe de Marino Zapete”, diariamente tiene una sesión de ataques al jefe de la Policía Nacional, Mayor General Rafael Guillermo Guzmán Fermín. El disco duro de Zapete dispara rayos y centellas.
Hace unos días Marino, arrastrando uno de sus fantasmas de miedo, se presentó al CDP para que su presidente, Aurelio Henríquez y Simón Díaz gestionaran una entrevista con el jefe policial. Una vez materializado este encuentro que gentilmente concedió Guzmán Fermín, sin saludar, lo primera que hizo fue decirle frente el asombro de los directivos del CDP que Guzmán Fermín era un asesino, que lo quería matar: “usted y el general Frustruoso, un coronel que no recuerdo su nombre, me quieren matar, y usted tiene que protegerme”.
Todos los presentes se miraban escuchando el desbordamiento desconsiderado y por demás innecesario de Zapete, quien no aportó las pruebas del llamado plan para matarlo, incluyendo también al general, licenciado Alejandro Estévez Germosén, director de la Dirección Central Anti-narcóticos de la policía.
Marino Zapete tiene derecho a expresarse, no a ofender ni acusar sin pruebas, colocando una camisa de fuerza a generales que como Guzmán Fermín, Frustruoso y Estevez Germosen, han asumido papeles estelares en la lucha contra el crimen organizado y sus delitos conexos.
En el capitulo cinco de la introducción del libro “Periódicos y Periodistas” Herni Berr, expresa que “el periodismo no se expande, no despliega toda su fuerza –útil o nociva- más que en la libertad. Libre, al mismo tiempo que puede informar exactamente a los lectores inmediatos, puede constituir una documentación seria para la historia”
Recalcando “diremos con Royer Collard y con Goerges Weil, -el bien y el mal de la prensa son inseparables. La prensa, maravilloso instrumento de propaganda que tiende a servir a la libertad, puede servir a la dictadura”.
Cuando se enjuicia a una persona, en un caso grave de un supuesto plan de asesinato, se deben aportar las pruebas. Eso es lo serio y así lo establece el Código Procesal Dominicano
El jarabe que sirve Marino Zapete envenena.