El problema del sistema eléctrico en la República Dominicana, hace ya mucho tiempo que dejó de ser noticia. Los apagones se han convertido en un calvario cotidiano por el que tienen que pasar casi todos los sectores, barrios y comunidades del país, mientras que arrastramos un sistema deficitario, caro e indeficiente.
Ya no es suficiente con que tengamos que pagar unas de las tarifas eléctricas más caras del mundo. No por gusto todos los inversionistas señalan el costo de la energía como uno de los elementos más negativos al momento de analizar la posibilidad de invertir en el país.
La Superintendencia de Electricidad, cada día, informa el déficit en la oferta de energía, que se mantiene, independientemente de cuánto dinero destine el gobierno a este sector, por diversas causas, que van desde averías en las plantas, a apagones financieros, con los que los generadores juegan a ejercer presión sobre las autoridades para lograr el pago del dinero que se les adeuda, claro gracias a los contratos leoninos con los que se hicieron de un trozo del pastel eléctrico dominicano.
Las famosas Edes (Empresas de Distribución Eléctrica), que en el dominó de la capitalización, se llevaron la peor parte, aunque algunos avezados extranjeros supieron sacarle también ventaja, continúan siendo un dolor de cabeza para la población dominicana, pero ahora son ciento por ciento nacionales y están siendo manejadas por el Estado, con toda la ineficiencia que lamentablemente esta realidad implica.
Pero la verdadera tragedia humana, más allá de la desesperación por los apagones, está mostrando ahora su rostro más terrible, con todas las muertes que ha ocasionado el mal estado de las líneas de transmisión, con varios cables de alta tensión en el piso, más la negligencia de quienes tenían que encargarse de resolver el problema, no sólo la reparación de las líneas, sino también evitar que se produzcan las conexiones ilegales que con frecuencia también provocan accidentes fatales.
Según la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), existe ya una impostergable necesidad de mejorar las redes eléctricas, que deben ser “blindadas” para evitar los fraudes y conexiones irregulares, pero se requiere una inversión multimillonaria que podría ser, de acuerdo con algunos técnicos del sector de alrededor de US$500 millones.