Argentina.- Ubicado a tan sólo sesenta kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, el delta de Escobar y sus zonas de influencia ofrecen un marco natural de increíble belleza. Escenarios de flora y fauna vírgenes, islas casi desiertas y las aguas imponentes del Paraná de las Palmas son postales de un sitio encantador, en el que existen muy variadas y excelentes ofertas turísticas.
Bien podría decirse que es un paraíso cercano. A apenas sesenta kilómetros de la inevitablemente vertiginosa ciudad de Buenos Aires, el Delta de Escobar es un remanso de increíble belleza natural, que permite al visitante acercarse a un entorno de ríos e islas en los que el paisaje agreste y virgen es omnipresente.
Caminatas y cabalgatas, excursiones en botes o kayaks, avistaje de flora y fauna, pesca, safaris fotográficos y paseos en lanchas son algunas de las muy variadas opciones que presenta este lugar tanto para el ecoturismo como para el turismo rural.
Con el enorme y caudaloso Paraná de las Palmas como principal atractivo, esta zona del Delta posee el encanto de la soledad y la forestación casi intacta, ya que el área está escasamente poblada, en especial en la zona de las islas.
A pesar de estar aún en vías de desarrollo, el turismo ha ganado muchísimo terreno a partir de la iniciativa privada y la asociación de emprendimientos de muy buen nivel. Una muestra de ello es el grupo Escobar Recrea, creado con la idea de promover la zona, integrado por establecimientos relacionados con servicios que van desde la gastronomía hasta el alojamiento o la recreación.
Para llegar al Paraná de las Palmas se debe recorrer la Ruta Provincial 25, que atraviesa la ciudad de Escobar y llega hasta la ribera del río, luego de sortear el puente que cruza el río Luján. El camino está casi totalmente pavimentado y finaliza, luego de zigzaguear por un bosque de álamos, en el puerto de Escobar, en el que los grandes barcos se confunden con los botes de pescadores.
Dos hosterías en el delta profundo
Para aquellos que opten por subirse a una lancha colectiva y cruzar el Paraná, existe la posibilidad de alojarse en excelentes cabañas situadas en las islas que rodean el río Carabelas, uno de los afluentes del Paraná de las Palmas. En lo que supone un viaje al corazón mismo del Delta, la lenta navegación entre riberas bajas y arboladas puede conducirnos a la hostería Isla Margarita o a la Reserva La Juana.
La Hostería Isla Margarita está ubicada frente al río Carabelas, a unos diez minutos del Puerto de Escobar. En un ambiente de enorme calidez, el complejo posee cabañas para dos, tres o cuatro personas, totalmente equipadas como para hacer de la estadía un momento de enorme placer.
Trekking, avistaje de aves, navegación en kayaks y comidas caseras completan un escenario ideal para aquellos que quieren disfrutar de la belleza de la naturaleza en un sitio de extrema armonía.
Por su parte, la Reserva La Juana queda también sobre el río Carabelas, aunque algo más alejada del puerto, ya que la navegación hasta la misma demanda unos veinte minutos. Rodeado de un paisaje salvaje y exuberante, esta reserva posee 60 hectáreas en las que es posible llevar a cabo caminatas, practicar avistaje de aves y fauna, llevar a cabo safaris fotográficos o simplemente relajarse para gozar de la naturaleza y darle un premio a los sentidos. Cabañas bien equipadas, una playa de arena privada con piscina y la posibilidad de organizar eventos sociales y empresariales completan la oferta de esta magnífica reserva.
Pequeña Holanda
Para aquellos que no quieran cruzar el Paraná de las Palmas, una opción ineludible es pasar un día de campo en Pequeña Holanda, un increíble polder de algo más de treinta hectáreas construido en base a estudios de factibilidad realizados en los años sesenta por ingenieros holandeses. Este polder es un dique de tierra de tres metros de altura, cuyo borde superior está por encima del nivel máximo de marea, lo que impide que las crecidas del Paraná logren inundar la parte endicada con el terraplén.
En Pequeña Holanda funciona un excelente restaurante parrilla y un sitio de recreo apto para toda clase de actividades recreativas, educativas y deportivas, rodeado de una arboleda que invita a la contemplación y variadas especies de animales (entre ellos, ñandúes y carneros) especialmente traídos al lugar para completar un cuadro de estupenda concordia.
Lo interesante de estos emprendimientos es que uno puede visitarlos en un fin de semana aprovechando que cada uno tiene una propuesta para cada miembro de la familia, desde andar a caballo hasta comer un buen asado o platos artesanales, hasta realizar caminatas, navegar o simplemente sentarse a leer un libro rodeado de verde naturaleza.