El asunto no es que se diga algo que duela o signifique mal funcionamiento de un país, sino que ese mal se mantenga durante tantos y tantos años. Es el caso de la denuncia del Programa Mundial de Alimentos (PMA), acerca de que un 50 por ciento de niñas y niños entre 2 y 5 años sufren malnutrición crónica en la República Dominicana, que ocupa el séptimo lugar, con un índice del 9,8 por ciento.
Guatemala es el país centroamericano con mayor índice de desnutrición infantil, (54,5%), seguido de Honduras (30,1%), Belice (22%), Nicaragua (21,7%), El Salvador (19,2%), Panamá (19,1%) y Costa Rica (5,6%).
El requerimiento de promover iniciativas para frenar la desnutrición de su población infantil es como el terreno trillado que una y otra vez recibe el mismo tratamiento, sin que de frutos. Ya sabemos del alto índice de mortalidad materna e infantil en el país; pero, tal y como expone el documento, "sin la adecuada nutrición, un menor tiene un riesgo mayor de morir antes de cumplir cinco años".
A todos estos males se suma la sífilis, como enfermedad de transmisión sexual que afecta a la mujer embarazada y obviamente se transmite al feto, con graves consecuencias para su desarrollo. Según estadísticas aportadas por UNICEF, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, en América Latina y el Caribe unas 330.000 mujeres embarazadas con sífilis no reciben tratamiento durante el control prenatal; y de estos embarazos nacen unos 110.000 niños al año con la enfermedad, que podría prevenirse, como se indica, con una sola dosis de penicilina.
De manera que hablamos de sífilis, dengue, desnutrición, hambre y en todas estas y muchas otras enfermedades aparecen los menores de cada nación y, en particular, en la República Dominicana, como las principales víctimas.