Necesitamos armas morales
He constatado que las personas en general no son suficientemente conscientes del significado e influencia que tienen todas las formas de vida sociales. Y hoy, en una sociedad donde los valores y patrones de comportamiento se van haciendo más relativos y permisivos, nos parece un excelente momento para retomar estas referencias con mayor preocupación e interés.
No hay vocación al puro sentido del deber, la absoluta dedicación al buen comportamiento. La ambición no es discreta, canta públicamente, es que están seguros que nadie los acusará y si lo hacen, son palabras que se pierden en las montañas y el Mar Caribe. Su vida sin moral es un amasar de millones de pesos obtenidos en la corrupción. No es en realidad sino la de los gusanos en la tumba.
La vejez me ha enseñado a estar en alerta. El bien y el mal están unidos y mezclados de tal modo en nuestra naturaleza, que muy raramente se encuentra el uno sin el otro.
No se deben detener las denuncias de las malas acciones, es que el cansancio no cuenta para el que está obligado a honrar a su patria y a sí mismo.
Hay que seguir buscando, buscando el entendimiento de que no se debe permitir el saqueo del erario público. La irresponsabilidad de algunos hombres es la victoria de lo intencionalmente corruptos.
Está clarísimo, la impunidad prevalece y aumenta porque lo que juraron cumplir y hacer cumplir las leyes, se hacen cómplice con su conocida tolerancia.
A mí me importan los males, no es para eso que pagamos impuestos, es de obligación hacerlo saber, no importa que el responsable de cuestionar, ejecutar el cumplimiento de la ley sea un irresponsable.
Jamás, jamás entregar la responsabilidad del cuidado del bienestar de todos, que somos la patria. Los que nos creemos buenos debemos estar alerta y cumplir con nuestro deber. Vivir el interés de protegernos, el mal lo hacen a todos.
¿Por qué callar?. Es de cómplice o cobardía este mirar para otro lado. Por esos nos arropan tantos males. Le han dejado la ley suprema, la salud espiritual en mano de los ladrones.
Cuantas veces podemos evitar males y no lo hacemos, nos estamos haciendo daño, hundiéndonos en el lodo de la irresponsabilidad. ¿Dónde está la dignidad?, así no somos hombres, nos hemos quedado varón creando una desgracia nacional.
Estamos sufriendo una carga muy pesada por nuestra indiferencia, llevarnos como ovejas al matadero. Lo hacen porque los farsantes se han unidos y los que nos sentimos asqueados por esos desacatos, sinceramente no hacemos nada.
Esa es la gran carga que le estamos entregando a la generación que está surgiendo, pero, esa juventud no la acepta. Recordemos el funesto, anti naturaleza plan de destruir Los Haitises. Las protestas en el Parque de La Lira, en Gonzalo y frente al Congreso por la privatización de las playas.
Las denuncias, los hechos visibles, se convierten en gritos que se oyen en el Pico Duarte y el rumor llega al recodo más lejano. El eco de esta verdad del desacato ya ha pasado todos los pasillos de la desgracia humana. La impunidad es la respuesta.
Si nos plegamos a las circunstancias que dañan a la sociedad, ha muerto la visión de vivir para los hijos de esta tierra. Aquí me separo de Ciceron que cede a las circunstancias políticas y apoya ante el Senado a César que pide se prolonguen sus poderes en la Galia. Ciceron canta la polinodia, algunos amigos lo acusan de abandonar su ideal republicano.
Me detuve unos minutos observando la Osa Mayor. Las neuronas se inquietaron y : la República está de mal en peor por la indiferencia de algunos de sus hijos que no la aman y crean males sociales.
El autor es vicealmirante ® de la Marina de Guerra