No se trata de un día tan sólo o de una fecha más para dedicarnos a comprar y elevar el consumo a índices inaguantables para la economía de la familia dominicana. Más allá de todo eso, ofrendar en este día a los padres, implica esa relación infinita con quienes junto a la madre determinan la llegada al mundo de ese ser que hoy les honra.
Padre no es un simple término, una denominación consanguínea, es el inviolable espacio donde reinan amor y disciplina al mismo tiempo, con la palabra educar implícita en ese destino, sobre todo con el ejemplo que no caduca ni aún después de la muerte.
Padres
Quizás este 25 de julio, muchas familias dominicanas, residentes fuera y dentro del país, amanecieron con el abrazo fuerte de ese pecho que nos cobijó desde pequeños y que continúa siendo el resguardo de la cabeza inclinada o de la frente ceñida, sobre todo en los tiempos más difíciles.
Padre es mucho más que un concepto genérico. Trasciende los términos de la anatomía y a cualquier definición exacta. Por eso, estas líneas de hoy se proponen enaltecer y felicitar a cada padre dominicano, recordar que “Honrar, honra”, como dijo el poeta y cada hijo e hija de esta nación experimenta especial orgullo por esos seres que nos han ayudado a crecer cada día, por dentro y por fuera.
También a los Padres de la Patria llegue este homenaje, al patricio creador de la Trinitaria que pidió en franca oración: “Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante”, y aseguró de inmediato que “El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”.
De esos padres llevamos también la conciencia en los genes y cada una de las actuaciones cotidianas consagra los actos de los hijos e hijas de esta nación, como dignos de sus enseñanzas.
Hijos e hijas de la República Dominicana, dedicamos en este “Día” una reflexión individual, colectiva y sostenida a esa labor de no “perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.”
Felicidades a todos y cada uno de los padres dominicanos, estén donde estén, aún en el más lejano perímetro de esta geografía universal. Llegue hasta ellos el abrazo imperecedero y, sobre todo, el mensaje inmenso de ese amor, que alimenta y salva.