Qué bueno que el Partido Revolucionario Dominicano se abocará a realizar su primer congreso y qué bueno que llevará el nombre de su extinto líder, el Dr. José Francisco Peña Gómez.
Ahora más que nunca se hace necesario que las ideas renovadoras, democráticas, revolucionarias y de izquierda dentro del PRD emerjan con mucho más vigor y fortaleza.
El partido más viejo de nuestra historia, el de la vanguardia, el demás arraigo en las luchas populares, el de la revolución de abril, el de las grandes conquistas y el que produjo al líder más grande de la República, no debe arriar su bandera de combate.
Los perredeístas en su congreso deben reafirmar las ideas de libertad, que desde su fundación ha enarbolado el partido del jacho prendío, sin apartarse de su gran anhelo que es el de construir una sociedad dirigida por un gobierno que comparta y distribuya de manera equitativa la riqueza nacional.
En este nuevo compromiso el PRD ha de prepararse para dar el brinco del gigante y en este nuevo renacer confirmar el abrazo con el socialismo democrático.
El PRD esta compelido a empoderar, promover y rejuvenecer sus frentes de masas y a socializar su idea socialdemócrata, sintonizando con una sociedad que reclama el concurso de la oposición política.
La realización de su primer congreso debe adecuar al PRD a los requerimientos del presente y a las demandas de la sociedad, asumiendo una orientación política que permita trillar el verdadero camino hacia la toma del poder político en la República Dominicana.
La unidad monolítica de los perredeístas, la educación, la confianza, la formación y la capacidad de gerencia y formulación de propuestas deben ser los ejes y componentes sobre los cuales ha de forjarse su filosofía de trabajo.
En el marco de este importante evento, el PRD debe promover, replantear y firmar un acuerdo de amor, amistad y cariño con sus propias bases.
El PRD, como en los buenos tiempos, debe abrazarse con las organizaciones de la sociedad civil y velar por el buen desempeño de sus legisladores y representantes municipales en toda la geografía nacional.
El PRD está llamado, desde ya, a erigirse en jefe y protagonista de la oposición, asumiendo la lucha reivindicativa y las necesidades de un pueblo que ha visto desvanecer y frustrarse sus aspiraciones debido al desastre que representa la administración actual, encabezada por el Partido de la Liberación Dominicana.
El PRD está obligado a impulsar procesos trasparentes y éticos en su interior y convertirse en el abanderado de las grandes transformaciones que demanda el pueblo dominicano.
Es el PRD el que debe, jacho en mano, mantener encendido el pebetero para iluminar el camino de las grandes transformaciones y cambios que se vienen registrando en el mundo, en especial en el continente latinoamericano, bajo aplicaciones de políticas democráticas, revolucionarias y de izquierdas emergentes.