Argentina.- El líder brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, asumió hoy su última presidencia de Mercosur con el desafío de impregnar el proceso de integración regional con su liderazgo, mientras lidia con una reñida campaña electoral en su país cuyo resultado afectará también al rumbo del bloque.
"Debemos avanzar hasta que el Mercosur sea algo de lo que nadie tenga la menor duda: de que somos amigos en la construcción de un bloque político, económico, social y cultural", dijo hoy Lula al tomar el martillo del Mercosur de manos de la presidenta argentina, Cristina Fernández.
Los históricos acuerdos alcanzados en esta cumbre, celebrada en la ciudad argentina de San Juan, en materia de perfeccionamiento de la unión aduanera -cuya lenta negociación dio por años una sensación interna de estancamiento y frustración-, permitirán a Lula concentrarse en elevar el nivel del proceso de integración.
El mandatario brasileño, quien dejará el gobierno en enero de 2011 al ganador de los comicios del 3 de octubre próximo, recordó hoy en más de una oportunidad que es el presidente más veterano del bloque, una condición que seguramente hará valer en los cinco meses que le quedan por delante.
Sus pares se lo reconocieron: Cristina Fernández le ubicó, junto a su marido y antecesor, Néstor Kirchner, como el refundador del Mercosur, y el uruguayo José Mujica destacó la actitud de ambos para "dejar atrás el chauvinismo, en el que cada país se creía el centro del universo" y apostar por la integración.
Fue un reconocimiento también a los esfuerzos de Lula por atender las asimetrías entre los socios mayores del bloque y Uruguay y Paraguay, cuyas muestras de insatisfacción por la falta de beneficios concretos para sus pueblos se han rebajado sensiblemente en esta cumbre.
De estilo conciliador y cintura política para embarrarse en temas complejos de alcance global, como la cuestión de Irán, Lula dijo hoy que uno de sus mayores objetivos será alcanzar un acuerdo de asociación política y comercial entre Mercosur y la Unión Europea, para lo cual, anticipó, tendrá que vencer las reticencias de Francia.
Pero el gobernante brasileño tendrá que evitar que la agenda electoral en su país conspire con los ambiciosos desafíos de su presidencia en el bloque.
Precisamente, el Mercosur se ha convertido en tema de campaña desde que el principal candidato de la oposición, el ex gobernador de Sao Paulo José Serra, criticó el organismo, aseguró que sus cumbres "se han transformado en un espectáculo" y que no aportan "avances concretos", algo que hoy, a la luz de los acuerdos alcanzados, es más que discutible.
Serra es partidario de flexibilizar las reglas del bloque para negociar acuerdos con terceros países porque entiende que esta estrategia constituye una "barrera" para que Brasil se anote nuevos pactos comerciales.
Una idea que comparte la influyente Confederación Nacional de la Industria brasileña, convencida de que Brasilia llegaría más rápido a un acuerdo con la UE si negociara bilateralmente.
Por el contrario, la principal rival electoral de Serra, la oficialista Dilma Rousseff, defiende la integración y considera que otorga a sus socios mayor capacidad de negociación frente a terceros.
Esta discusión se desarrolla cuando Brasil, único socio del bloque con una alianza estratégica con la UE, debe asumir el rol negociador con los "veintisiete" tras la reapertura de las conversaciones, congeladas desde 2004.
"Algunos dicen que Brasil debería tener un acuerdo bilateral con la UE y eso, desde el punto de vista de la solidez del Mercosur, es preocupante", dijo a Efe el economista argentino Félix Peña, experto en temas de integración.