Con Narcisazo hay crimen e irresponsabilidad

El doctor Narciso González y quien suscribe no tuvimos ese trato tan dinámico o cotidiano, pero le conocía y lo respetaba, pues ambos compartíamos ideales de redención, de críticas al sistema de injusticia y también las aulas de la UASSD, Narciso desde las humanidades y yo desde las ciencias jurídicas.

La última vez que vi al profesor recuerdo que fue en el área del Alma Mater, estaba indignado con el fraude electoral y con las actuaciones del rector de entonces, Roberto Santana, a quien consideraba un entregado al régimen balaguerista. Ese día de mayo del 1994, Narcisazo le hizo una sugerencia al camarada Manuel Almonte Salazar y este le recomendó que lo tratara conmigo, en tanto era vice Decano de Ciencias Jurídicas, pero la propuesta no prosperó y se quedó hasta ahí.

Varios días después de ver a Narcisazo tuvimos la amarga noticia de que el profesor estaba desaparecido. La UASD y varias personas integraron la denominada Comisión de la Verdad y ese organismo cívico junto a los familiares de este revolucionario iniciaron una gran jornada para buscar al profesor o en el peor de los casos su cadáver.

Personas como Doña Tati Ramírez y el compañero Mario Suriel han sido verdaderos héroes o abnegados defensores de la necesaria aclaración de los hechos que dieron lugar a la desaparición de este gran dominicano. Estos, junto a otros, han acudido a las instancias civiles, militares, clericales, y hasta ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la búsqueda de la verdad sobre este hecho lamentable.

Luego de 16 años de sufrimientos ante la circunstancia de que los familiares, amigos y compañeros no tenemos una forma precisa de ir a rendir homenaje a un hombre que se lo merece por su lucha en defensa de los mejores intereses nacionales, han aparecido voces irresponsables planteando la infeliz tesis del suicidio, tal vez por estar en la palestra pública, lo cual constituye un elemento de adición para muchos infelices caracterizados por complejos de inferioridad, mal que solo lo suplen cuando son abordados por las cámaras televisivas o las hojas de los periódicos.

De dónde sacan tal teoría, si los hechos que rodearon al profesor horas o días antes de su desaparición no están en consonancia con la actitud de un suicida, sólo si pensáramos en el pago de un seguro de vida podríamos darle aquiescencia a la tesis del suicidio, aunque siempre que consideramos que estos señores que propagan la idea de esta forma de muerte son los abogados de la compañía aseguradora.

Para los entendidos en materia de suicidio, esta figura jurídica, estará caracterizada por la existencia de varios elementos: una actitud del individuo manifestando su cansancio por la vida, documentación relacionada con el hecho futuro, y muchas otras circunstancias que evidencien el estado de desesperación o desesperanza frente a la vida. Ninguno de esos elementos estuvo presente en el caso del Dr. Narciso González.

Existiendo un informe amplísimo sobre las circunstancias que siguieron a la desaparición del académico, cuestiones documentadas y con versiones de personas que están vivas, entonces tenemos que preguntarnos, de dónde sale la posible muerte por suicidio. Tendríamos que concluir en el hecho de que sería Narciso el único suicida que luego del hecho escondió su cadáver, ¿por qué inventar esta fábula, al parecer para rehuir responsabilidades y seguir limpiando la imagen muerta de Balaguer y de aquellos que sirvieron a los crímenes horrendos de sus gobiernos?

El esclarecimiento de la desaparición de Narcisazo debe hacerse por parte de los responsables de evitar el triunfo de la impunidad, pero además, para que sirva para el reinicio de la búsqueda de los responsables de muchos otros muertos y desaparecidos, no importa el tiempo transcurrido, pues si nos guiamos por el pensamiento Duartiano, el crimen no prescribe nunca ni queda jamás impune. Vamos tras los responsables de la desaparición de Narcisazo y dejemos a los que quieren distraer con el invento del suicidio que sigan en esa onda, que en su momento sabrán hasta dónde es peligroso jugar con la verdad de un pueblo.

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