No sólo es la prensa nacional la que repite esa frase categórica de “somos un país pobre, gobernado por millonarios”: esto se escucha por doquier en todo el país.
Y no es que quienes ocupan un sitio de poder no puedan tener fortunas heredadas de familias que han desarrollado muchos años de trabajo, o quizás por el esfuerzo personal de tantos lustros…
Pero, no son estos los ejemplos.
Claro que se está tratado muy a destiempo el tema del incremento de salario de los senadores, quienes deben observar en este período de legislatura cuáles son las principales acciones que van a desarrollar con su representación en las comunidades para las cuales fueron designados.
No es el momento de hablar de aumento de salarios, cuando todavía no sabe qué obras inmediatas realizarán a favor de una sociedad que necesita urgentes soluciones en muchos ámbitos de su existencia.
Los legisladores deben entender que no deben adoptar una medida para beneficiarse personalmente. Algunos de ellos hablan de la violación de la Constitución si no se asumen acuerdos que ya fueron aprobados por la anterior legislatura.
¿Criterios éticos? ¿Enterrado el hombre del maletín? Algunos hablan de realizar una evaluación diferente. ¿Pero, dónde se marca la diferencia?
“Que los senadores tengan un salario decente”…”que en ningún lugar del mundo los diputados ganan más que un senador”, no son causas suficientes para aumentos que no responden a la realidad dominicana.
¿Rebajar el salario a la cámara de diputados sería la mejor opción? Al fin y al cabo se habla de ilegalidades e imprecisiones. Pero, nada resulta más ilegal que tratar el tema de los aumentos y mejorías para quienes ejercen el poder, cuando esa mayoría que confió en ellos, vive con el intento de “sobrevivir” cada día, con sueldos que no alcanzan ni para lo esencial.