La comunidad periodística y la sociedad dominicana en sentido general, todavía no terminan de salir del asombro que les produjo la noticia de que el proyecto Clave había recibido fondos de la Agencia para el Desarrollo Internacional, USAID, organismo dependiente del gobierno de los Estados Unidos.
Esa noticia nos causó asombro y sobre todo vergüenza, porque todo el mundo sabe cómo en nuestro país, varios proyectos comunicacionales se han mantenido de manera precaria y a pesar de eso han seguido existiendo, sin que sus propietarios hayan recurrido a la USAID ni a ningún otro organismo para que los auxilie.
Incluso, la historia del diarismo y el periodismo nacional conoce los casos de periódicos criollos, que aún en medio de las precariedades y las adversidades económicas y políticas, no desaparecieron de manera misteriosa como sucedió con las Claves y máxime sin contar con el auxilio de nadie en particular.
Para refrescar un poquito la memoria de los que han llevado anotaciones sobre la desaparición de Clave Impreso y Clave Digital, les pongo como ejemplo los casos de los periódicos El Sol y la Noticia, que en vez de desaparecer misteriosamente, como ha ocurrido con estos medios del grupo Hazoury y sin contar con el auspicio de ningún organismo internacional, se embarcaron en un proceso de disolución paulatino, de manera que el pueblo percibiera su esperada desaparición por problemas económicos.
De ahí es que cobra mucho más fuerzas la tesis de quienes han planteado que el cierre de las dos Clave, se debió fundamentalmente a que los propietarios del grupo Hazoury ya no estaban de acuerdo con la línea editorial de ambos medios de comunicación, por una serie de consideraciones que hemos esgrimido en los artículos anteriores, de acuerdo a la fuente que nos dio las informaciones.
Por ello, hemos apreciado ante lo que hemos revelado, a través de nuestras entregas semanales en este medio de comunicación, que se ha producido un mutis total sobre nuestras aseveraciones en torno al cierre de Clave Digital y Clave Semanal, porque todo cuanto hemos dicho corresponde a la más absoluta y soberana verdad.
¿Cómo es posible que un medio de comunicación que se precie de llamarse independiente, y más aún, de pertenecer a un grupo económico poderoso, pueda hipotecar su autonomía y el libre ejercicio del periodismo, cuando en nuestro país todavía existen medios de comunicación que son manejados por esforzados y sacrificados periodistas con tantas precariedades, que en algunos casos hasta se han visto en la obligación de empeñar y tomar prestado para mantenerlos, sirviendo a la frágil democracia de que disfruta nuestro país?
¿En qué lugar meterán sus caras aquellos periodistas que le han hecho pasar esa enorme vergüenza a los informadores, que con tanta entrega y decoro han sido capaces de mantener sus programas de radio y de televisión y sus publicaciones virtuales e impresas, sin quitarle un centavo a nadie, ni a ningún organismo internacional?
Me parece que no podemos buscar respuestas en ningún otro lugar, que no sea en lo que representa esta afrenta para el periodismo nacional y que merece una buena explicación para el mejor entendimiento de todos.
En definitiva, consideramos que la familia Hazoury, una respetable y laboriosa familia Barahonera, al enterarse de estas y otras cosas, que a lo mejor permanecían ocultas en su proyecto comunicacional, reaccionaron indignados tomando la lamentable decisión de cerrar las tristes y recordadas claves.
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