Con tan solo 11 años, Mauly Martínez, la mayor de cuatro hermanos, trabaja para ayudar a sus padres en los gastos de la casa, ya que no alcanza para subsistir lo poco que gana su madre, lavando en casa de familias y su padre, como vendedor en el mercado.
Y es que para sobrevivir en Los Guaricanos, Santo Domingo Norte, se requiere ser malabarista a cualquier edad. En esa comunidad predomina la economía informal y existe una alta tasa de desempleo.
Los residentes en Los Guaricanos tienen que vivir de lo poco que obtienen de su trabajo como venduteros, chiriperos, triciculeros, juegueros, salonistas, colmaderos, en puestos de pica- longa y lo más afortunado, en talleres de ebanistería, bancas de lotería y una minoría tiene el privilegio de laborar en una empresa privada.
También afecta a los munícipes de Los Guaricanos, la delincuencia, falta de escuelas, largas tandas de apagones, carencia de lugares de esparcimientos, deportivos y culturales, y sobre todo un programa competitivo para alejar a los jóvenes de los vicios.
Una casa abandonada y convertida en vertedero, situada a pocos metros de una laguna, en el sector Vieja Habana, de Los Guaricanos, es el principal foco de contaminación en Los Guaricanos.
Ramona Cordero, con más de 15 años viviendo en el lugar, explicó que la laguna se formó durante el paso por el país del ciclón Georges en 1998 y que desde entonces el vecindario ha realizado decenas de protestas a Salud y Obras Públicas, pero ambos ministerios se hacen de la vista gorda.
Cordero afirmó que la casa fue donada por su propietario, ya fallecido, al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), pero por su ubicación nunca la ocuparon, convirtiéndose en una bomba de tiempo, ya que es basurero municipal y punto de drogas.
Mientras que Luis Manuel Abreu manifestó que niños y ancianos viven bajo la amenaza de las picaduras del mosquito del dengue y de leptospirosis, por la gran cantidad de ratas, agua sucia y pestilencia que degenera la laguna y la casa abandonada.
Los Guaricanos no recibe agua potable, el líquido que consumen proviene de pozos, no apta para el consumo. La situación constituye un gasto adicional para los jefes de hogares, porque tienen que comprar el agua de beber.
Por otra parte, el carente servicio de energía eléctrica se traduce en pérdidas cuantiosas para los colmaderos, salonistas y otros negocios, cuya materia prima principal es la electricidad.
En ese sentido, Joel Martínez, dependiente de colmado, precisó que las interrupciones eléctricas alcanzan las 10 horas, reduciendo significativamente las ventas de los productos y artículos que necesitan refrigeración como cervezas, refrescos, agua y hielo. Algunos embustidos, quesos, jamón o yogur, los que hasta se dañan.
Unidos por el desarrollo
Ante tantos problemas y dificultades, los residentes de Los Guaricanos se han unido para luchar por un bien común: el desarrollo de su comunidad.
Para facilitar el arduo trabajo de impulsar un sector carente de servicios básicos, los pobladores de Los Guaricanos decidieron subdividirlo para escoger un líder por cada zona. Actualmente 27 barrios componen el municipio y hay 52 presidentes de juntas de vecinos
Un ejemplo de esto es la Asociación Pro-Desarrollo de Los Guaricanos, donde se imparte clases a más de 1,500 estudiantes desde preescolar hasta bachillerato, en tandas matutina y vespertina y en la noche trabajan con adultos en el programa de Educación Prepara.
No obstante, una preocupación mortifica a los profesores, ya que el local donde funciona la escuela es una herencia familiar y reciben amenazas de desalojo, debido a que algunos hermanos quieren donar el local y otros quieren venderlo.
La escuela tiene 27 años funcionando y paga 20 mil pesos de alquiler a sus propietarios, tiene 40 profesores que trabajan en su mayoría las tres tandas. Se les pide a los alumnos una contribución de RD$300 para pagar la nómina de RD$400 mil mensuales.
Imelda García, directora de la escuela, explica que el centro es un respiro para la comunidad, porque padres e hijos estudian en la misma escuela, aunque en diferentes tandas y los niños ayudan a sus progenitores hacer las tareas.
La comunidad también se ha unido para comprar los trasformadores, postes de luz y el tendido eléctrico que ilumina al barrio, reparación de cañadas, construcción de puentes sobre cañada y han hecho pozos filtrantes para abastecerse de agua no potable.
Han construido un centro de salud comunitario, donde brindan servicios de consulta general, sonografía y de vacunación. Para eso han recibido ayuda del banco ADEMI, instituciones de Japón y gubernamentales del país. Algunas ayudas ya han sido retiradas.
Otra escuela construida con la ayuda de los moradores de Los Guaricanos es la Comunitaria II, donde se imparte docencia desde pre primarais hasta cuarto de básica.
El presidente de la Fundación Comunitaria de la Organización Jóvenes Formados y Organizados (JFO), Jesús Francisco Felipe, sostuvo que ha solicitado al Ministerio de Educación, el desayuno escolar para los alumnos, pero no han recibido respuestas.
Felipe dijo que tampoco Salud Pública ha ido a fumigar, lo que preocupa a los padres que envían sus hijos a la escuelita. Tampoco han recibido ayuda para sostener la liga de béisbol que forma con 68 niños.
Los líderes comunitarios de Los Guaricano coincidieron en que la falta de canchas deportivas, play, centros culturales, oportunidades de empleos y becas para estudiar, lleva los jóvenes a delinquir y entregarse al consumo y tráfico de drogas y a la vagancia.
“La pobreza aumenta en los barrios de República Dominicana, se traduce en violencia intrafamiliar, de género, en adolescentes embarazadas y en jóvenes prostituyéndose para mantener a sus hijos, así como padres irresponsables”, manifestó.
Pese a que Los Guaricanos está dando ejemplo de que en la unión esta la fuerza y de que cuando se quiere, se pude; no menos cierto es que con una ayuda del Gobierno los logros serian más abundantes y notorios y de esa manera mejoraría la sociedad y el país.
Así la estudiante de cuarto grado, Mauly Martínez, quien vende palomita de maíz, tendría la oportunidad de ser una gran profesional y ayudar no solo a su familia, sino también a la sociedad dominicana.
Esparcimiento y diversión
A pesar de todas las precariedades, los residentes de Los Guaricanos aprovechan los fines de semana para botar el golpe y disfrutar con sus amistades, familia o pareja de un buen juego de dominó, unas cervezas o una amena conversación.
Los más jóvenes salen a la ciudad para visitar algunas discotecas o bajar al Malecón, al Conde y escapar de la rutina del día a día. Mientras que los mayores se regocijan visitando la iglesia o visitando a los vecinos más cercanos.