Las declaraciones de Olga Lidia Rijo, una de las 33 millones de personas que viven afectadas por el SIDA, no pueden menos que conmover aún al más insensible. Se trata, no sólo de una mujer infectada, sino violada y, encima, rechazada por la sociedad y su propia familia, al punto de hacerle considerar que esas penas la matarán más pronto que la enfermedad misma.
Lamentablemente, tal y como han hecho saber fuentes autorizadas y manifestó la Nobel de medicina francesa Françoise Barre-Sinoussi, a la vacuna contra el Sida “le falta un buen trecho, pese a los avances alcanzados hasta el año pasado con un precursor para prevenir el contagio de este mal”.
De manera que se acumula información; pero, "ni siquiera se sabe qué respuesta inmunológica causaría una vacuna para prevenir el contagio", todo lo cual acentúa esa tardanza en el tiempo y prevalencia de los sufrimientos de quienes están contagiados y viven con la dependencia imprescindible de los medicamentos y la incertidumbre de ver la muerte más cercana que el resto de las personas.
Ni hablar del costo de los antirretrovirales que han reducido la mortalidad por el VIH en el 85 por ciento (en Occidente), tal y como se ha conocido, pero además del costo, no siempre al alcance de todos, esas personas sufren de enfermedades cardiovasculares y cáncer como efectos secundarios.
El drama de Olga Lidia Rijo en El Seibo, debe ser de cada dominicano y dominicana y no cabe duda de que la enfermera que le increpó “salirle cara al gobierno” y dijo también que “debía morirse lo más pronto posible”, no tiene derecho alguno a pertenecer a ese equipo de hombres y mujeres de las batas blancas que, más allá de sus manos, deben curar con el corazón.
Para tristeza de todos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), habla de unos 20 millones de pacientes con VIH, que debían recibir tratamiento, en lugar de los cinco millones actuales. La financiación de los programas internacionales sigue siendo problema mayor y sabrá Dios cuántas situaciones similares a la de Lidia Rijo tienen lugar en la República Dominicana, como parte de este mundo que padece del virus.
No, el Sida no es asunto de ayer, sigue siendo causa de numerosas muertes, aflicciones y evitar nuevas infecciones, así como amortiguar el dolor de quienes lo padecen es misión impostergable.