close

Tomasina Cabral: “Conmigo se ensañaron”

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

(Primera parte)

Un testimonio inapreciable de una de las grandes patriotas dominicanas que estuvieron cerca de las Hermanas Mirabal, es este de Tomasina Altagracia Cabral Mejía, por cuyas venas corre sangre del Generalísimo Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador Cubano durante las guerras independentistas y quien fue la primera mujer apresada y torturada por los sicarios de Trujillo, una vez develado el Movimiento 14 de Junio.

Al paso de tantos años, salta a la luz el rostro bello, con el pelo cano, muy blanco, y esa mirada de firmeza indescriptible que jamás los torturadores de Sina, como llaman a esta extraordinaria mujer, pudieron vencer, ni en el peor de los momentos.

En su hogar materno, como ella asegura, se vivía en vilo en aquellos días de la dictadura trujillista, debido a las actividades revolucionarias de su hermano, Tobías Cabral, miembro desde muy joven de la Juventud Democrática y de quien Minerva era íntima amiga.

“Conmigo se ensañaron”, confiesa Tomasina, al rememorar los tortuosos días y como otrora, la fortaleza aflora intensa en su mirada cuando reafirma: “pero no pudieron sacarme nada. Yo no mencioné a nadie.

“Me llevaron a la Policía del Palacio de Justicia y me dejaron en una celda sola con la ropa que llevaba puesta y nada más. Recuerdo que pedí a un policía unos periódicos para cubrirme. Claro que quien me los dio en ese momento ignoraba que yo fuera presa política.

“Eso fue el 19, amanecer 20 de enero de 1960. El 21, la segunda noche, llevaron a la misma celda de la policía a María Teresa Mirabal y a Miriam Morales: a esta última la trajeron desde Puerto Plata.

“Nos movían en la madrugada. A mí, en particular, me conducían esposada y a las tres nos llevaron a la 40, donde encontramos a Minerva, que ya estaba allá y también a Asela Morel. Cuando Minerva nos vio, comenzó a llorar, hedíamos mucho, teníamos tres días sin bañarnos. Es que ella se sentía responsable por nosotras, porque era la mayor de todas.

“Cuando me trasladaron a la Victoria, a mi sola, me pusieron en una solitaria de hombres. Entonces los muchachos que estaban allí presos me enviaron algún alimento. Pasaban unas galletitas por debajo de la puerta y como que había tanta oscuridad yo ponía rayitas en la pared para no perder la noción de los días.

“El coronel Horacio Frías me dijo que me tenía allí porque se lo habían ordenado y si le decían que mandara gentes al otro mundo, el lo hacía también. Me aseguró que me pondría en la celda con las menos malas, presas comunes que se ocuparon de darme unos jaboncitos y pasta de diente.

“Fui parte del primer grupo que juzgaron. Me condenaron a 30 años de cárcel y a una indemnización, que no recuerdo si era de unos 500 mil pesos. Pero ese día me sentí muy bien, porque sabía que el tirano no iba a vivir treinta años más y aparte de eso, la gente se le abalanzó a los guardias y cantaron el himno nacional. Esta fue la primera vez que hubo una manifestación pública y numerosa. Eso fue en enero.

“A la hermana mayor de las Mirabal, Patria, la conocíamos muy bien, sobre todo mis padres, quienes la querían mucho. En Salcedo todos éramos muy amigos. No nos visitábamos con frecuencia, pero ella iba todos los domingos a Misa con Pedrito, su esposo y sus hijos y allí nos encontrábamos.

“La podías ver siempre muy acicalada. Ella era muy presumida. A veces yo, que cantaba en el coro de la iglesia, la observaba desde arriba y si algo notaba de inmediato era su simpatía y esa manera agradable de tratar a todo el mundo.

“Minerva decía que Patria tenía mucho de contrabandista, pues nos introducía los papelitos con las informaciones de cualquier manera.

“Patria era quien nos decía cuándo nos mencionaban en Radio Habana. En otras oportunidades nos comunicaba acerca de cómo iba el trabajo del exilio dominicano en Cuba, Venezuela y los Estados Unidos, pues ellos estaban atentos a la situación que vivíamos en el país y daban informaciones acerca de las personas que estaban detenidas, del Movimiento, de todo. Entonces Patria era la que nos ponía al día mientras permanecíamos en la Victoria.

“Ya al final, los carceleros de nosotras le metían cuchillos hasta a las frutas para ver si había mensajes. Esto fue en la segunda etapa de prisión, porque en la primera no hubo nada de eso. “Entonces, fue decisiva la Pastoral de la Iglesia Católica. Las torturas de las cuales yo había sido objeto causó mucha indignación; la iglesia la emitió y fue leída el último domingo de enero. Eso facilitó que nos soltaran de aquella primera prisión”.

Ellos ya temblaban

Sina rememora que en esa ocasión fueron siete mujeres las detenidas: Asela Morel, Fe Ortega, Miriam Morales, Minerva, María Teresa, Dulce Tejada y ella.

“Nunca olvidaré que en tales circunstancias, María Teresa, la menor de las Hermanas Mirabal, me pidió que le hicieran una foto a Jacqueline, su hijita, quien cumplía el primer año ese 7 de febrero y quería tener un recuerdo.

“Ellos ya temblaban, porque habían visto el alcance del Movimiento y las personas que estaban involucradas con el 14 de Junio, que ya integraban diferentes grupos en el país entero.

“Había una conexión, una cohesión que ellos no podían aniquilar, aunque nosotros no teníamos armas, únicamente el deseo de hacer las cosas. Ya ves cómo en la casa de Patria se hacía aquello con la pólvora de los coheticos chinos, algunos lo verán como romántico, pero fue real y comprometedor, en un régimen tan déspota, tan tirano, que no perdonaba nada, ni a nadie.

“Patria se casó y tuvo hijos muy joven, esto la llevó a asumir muchas limitaciones. Pero ella desarrolló un pensamiento y unos ideales que yo considero que iban a la par de los de sus hermanas Minerva y María Teresa.

“En realidad, a ella la presionaron con lo que más uno quiere en la vida, que son los hijos. Uno responde de su persona, pero el hecho de tener a Noris, a Nelson y tan pequeño a Raulito, fue muy fuerte para ella.

“Recuerdo esa vez, cuando nos cruzamos en la carretera hacia Salcedo con Patria. A Dulce la habían soltado primero y a nosotras, las de Salcedo, nos llevaron en unos carritos acompañadas por los del SIM. Ella se dirigía a La Victoria para ver a su esposo Pedrito. Se bajó del carro y gritó: ay mi hijo, mi hijo Nelson, que estaba preso todavía. Me acuerdo bien que era el 7 de febrero, día del cumpleaños de Jacqueline, la hija de María Teresa.

“Ay, por Dios,- dijo Patria-, Pedrito está bien, pero mi hijo Nelson que sólo tiene 17 años-. Es que eso era lo que más la atormentaba. Ella sabía que su esposo estaba más dispuesto como adulto a soportar lo que aquella tiranía nos hacía, pero su hijo era un muchacho muy joven y ella era una madre amorosa.

“Encima, estaba su otra hija, y Raulito, quien apenas contaba unos meses de nacido y Patria lo llevaba en una canastita para que Pedrito lo viera en la cárcel.

“Patria Mirabal no puede ser considerada como algo ajeno, sino parte activa del Movimiento. Ella condicionó su participación a la realidad de tener sus tres hijitos, pero expuso su vida, al igual que la de Pedrito, porque en su casa se celebraban las reuniones y Trujillo no perdonaba, ni siquiera que lo aludieran.

“Por eso se puede medir a qué se exponían ambos, a la hora de ofrecer su propio hogar a aquellas personas que estaban en la oposición”.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page