En el tercer día de la 65va Asamblea de la ONU, el análisis de las metas del milenio refleja un saldo donde las promesas de cumplimiento de los Objetivos se comportan indistintamente en los países de América Latina. Algunos, como Chile, parece que llegarán al año 2015 con mejores resultados, quizás Costa Rica lo emule; Cuba sustenta resultados en la salud y educativos; Panamá muestra índices de sustentabilidad positivos, en tanto que otros, como la República Dominicana estarán retrasados.
La Unión Europea “fortalece la supervisión financiera” , siguiendo los pasos de los EEUU, que admite haber concluido el período de recesión económica, aunque aún no se reflejen estos resultados en todos los tópicos esenciales de la sociedad, por ejemplo, el desempleo.
El narcotráfico y la violencia afectan la seguridad de muchas de estas naciones y, en general, las estadísticas revelan que por supuesto, son los pobres quienes más sufren las carencias y crisis actuales. Otras clases sociales esperan que no les toque el desbarajuste económico que trasciende fronteras y mares. Algunos especialistas observan alarmados la situación, no por lo que sucede, sino por el período que se extiende y que en el decir de muchos, puede traducirse en “nuevas oleadas de emigración”.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola “estima que por cada aumento de 1% del costo de los alimentos de base, 16 millones de personas se ven sumergidas en la inseguridad alimentaria. Lo cual significa que 1.200 millones de seres humanos podrían padecer hambre crónica de aquí a 2025”.
Si a esto se suma que el Fondo Monetario Internacional señala que entre un 20% y un 50% de las cosechas mundiales de maíz y otros granos afines se desvían para elaborar carburantes y, encima, que los precios del petróleo suben, pues todo se agudiza sin remedios.
De todos modos, de algún modo deben ser positivos encuentros como este. Por ejemplo, el compromiso del presidente dominicano, Leonel Fernández, se reafirma en esta frase pronunciada por él en estos días: “La única esperanza para los países que se encuentran en vías de desarrollo es que sus ciudadanas y ciudadanas puedan tener altos niveles de capacitación, que les permitan enfrentar los desafíos de una sociedad cada vez más competitiva”.
