El 25 de Septiembre de 1963 se produjo el golpe de Estado al gobierno presidido por el profesor Juan Bosch, fue el primer experimento democrático en República Dominicana después de la caída del dictador Rafael L. Trujillo Molina. Este hecho constituye uno de los tantos crímenes contra el orden institucional de la nación durante el siglo XX.
La posteridad ha demostrado que en la caída de Bosch intervinieron una serie de factores; estudios sobre el tema han señalado a Estados Unidos como el principal responsable de la conspiración; de hecho, al profesor Bosch la Agencia Central de Inteligencia "CÍA" le había puesto el sello de ser "comunista" desde que vivía exiliado en Cuba, y no olvidemos que al producirse el golpe, Rusia y Estados Unidos vivían momentos muy tensos dentro de la llamada guerra fría.
Pero atribuir el golpe solo a Estados Unidos seria una actitud pueril, porque de hecho hubo otras iniciativas que contribuyeron con el colapso de Septiembre de 1963; entre lo ya demostrado, cuenta la actitud de los jefes militares, que veían el país como un patrimonio dejado por la dictadura para su beneficio; otro factor a tomar en cuenta fueron las tensiones del Presidente Bosch con gobierno haitiano, la insensatez de la oposición, la terquedad de los comerciantes y los sindicatos que no daban tregua al gobierno, el bajo interés mostrado por el Presidente Bosch para sostenerse en el poder y por su puesto, el asedio de la iglesia católica como catalizador del conflicto.
Antes del triunfo de Bosch en las elecciones, ya se había enfrentado los estamentos de la iglesia en el famoso debate con el padre Láutico Gracia. No conforme con ello, a su llegada al poder, el clero mantuvo la antorcha de la discordia, esta vez con el sacerdote Marcial Silva, quien monto a través de una cadena radial la acotación y llamo a la realización de movilizaciones callejeras contra el orden legal; el motivo: la nueva Constitución, que anulo los privilegios que el gobierno otorgaba a la iglesia a través del Concordato; finalmente, juntos, dieron al traste y cometieron el crimen supremo y la iglesia católica fue cómplice de aquel gran delito.
La cúpula eclesiástica bajo la guia del Monseñor Enmanuel Clarizio, el Arzobispo Octavio A. Veras, los Obispos Hugo E. Polanco Brito, Juan Félix Pepen, Tomas F. Reilly, Francisco Panal, en todo momento negaron su participación en la conjura, pero resulta obvio que que la iglesia responde a un orden burocrático, que no permite a un simple sacerdote como lo era entonces Marcial Silva, tomar decisiones de esa naturaleza sin antes consultar a los superiores, o sea a los obispos.
Recientemente ese recalcitrante del púlpito hecho el grito al cielo y dijo que ha sido calumniado por mas de cuatro décadas, pero ahí están los hechos, los documentos como pruebas y los testigos que aun viven. Negar cobardemente la responsabilidad de la iglesia en los hechos contribuye a la distorsión de la historia y las nuevas generaciones de dominicanos no merecen tal irrespeto.