Para el Cardenal Nicolás López Rodríguez resulta imprescindible que las autoridades “implementen un plan de control a los menores que están asesinando gente”, y se realice “un proceso de rehabilitación que posibilite descubrir qué hay dentro de esos muchachos”.
Hace unos días, el sacerdote Jesús María Tejada se refirió con gran inquietud a la responsabilidad de la familia en la sociedad dominicana. Simultáneamente, el vocero de la DNCD informaba sobre la detención de cinco jóvenes a quienes se les habían ocupado pastillas de Éxtasis y otros productos narcóticos y aunque esto sucedió en la Guácara Taína, las noticias de menores involucrados en el tráfico ilícito y consumo de drogas es más que alarmante a todo lo largo y ancho del país, así como su presencia en actos criminales como el terrible asesinato de los siete taxistas.
Todas estas notas informativas involucran a menores de la República Dominicana cuyas vidas, sin duda, avanzan por inciertos derroteros; en tanto que otras ya no continúan porque sus existencias han concluido, lamentablemente.
Las preguntas no pueden ser otras que estas: ¿Cuánto de conocimiento en torno a las actividades cotidianas de sus hijos tendrían los padres de los muchachos detenidos en la discoteca de la Guácara Taína con drogas en su poder? ¿Qué está sucediendo con la familia dominicana?
El cardenal aboga porque el Código del Menor sea reformado para aplicar penas más severas, porque esos menores no lo son tanto, en la medida que “llevan la maldad de asesinar personas”.
Hay, más que culpables, indiscutibles responsables: familia y sociedad. Alguien comentaba que sus hijos la tildaban de “mala madre”, porque siempre preguntaba a dónde iban, quiénes eran sus amigos y amigas e imponía una hora temprana de regreso cuando compartían con sus amistades en algún sitio, conocido además, por ella.
“Mala madre” o “mal padre” son aquellos que abandonan uno de los más sagrados deberes de sus existencias que es, precisamente, cuidar del desarrollo, educación y futuro de sus hijos.
La RepúblicaDominicanase suma a la larga lista de países con crisis de valores; pero, una vez más y antes de que sea demasiado tarde hay que imponer, junto a la familia, políticas del Estado, ahora ineficientes, con fórmulas acertadas que eduquen y guíen a quienes representan, sobre todo, el futuro de la nación.