WASHINGTON.- El cáncer es un asunto de dos conjuntos de código genético: el de la persona y el de su tumor, y el rastrear las áreas de daño abre camino para un tratamiento focalizado.
Cincuenta años después del descubrimiento del primer vínculo genético directo al cáncer, los científicos están evaluando el estado de la llamada terapia focalizada, con casi 30 tratamientos en el mercado y una decena o más bajo estudio.
"Aún no estamos utilizando la palabra ‘C’, ‘cura»’, advirtió el doctor Jeff Boyd, director de medicina personalizada del Centro Oncológico Fox Chase, quien ayudó a organizar el martes una reunión en Filadelfia para marcar el aniversario y examinar el futuro de la terapia focalizada.
Pero, agregó, "existe un potencial real para transformar muchos tipos de cáncer en enfermedades crónicas".
Un reto es cómo ampliar el número de blancos a atacar, en parte respondiendo a lo que el nuevo director del Instituto Oncológico Nacional (NCI, por sus siglas en inglés) calificó como "las grandes interrogantes" sobre qué es lo que hace que esta enfermedad sea tan difícil de curar.
Preguntas como: ¿Qué hace que un tumor entre en metástasis, esparciéndose por el cuerpo? La metástasis es lo que mata, pero los científicos desconocen por qué algunos tumores se esparcen y otros no, y qué es lo que programa a esas células anormales a invadir, digamos, el hígado en lugar del hueso o el pulmón, factores que indudablemente podrían ser objeto de nuevos tratamientos.
A partir de octubre, el doctor Harold Varmus, director del NCI, comenzará a interrogar a los principales investigadores de todo el país sobre cuáles misterios de la oncología deberían ser parte de su "Iniciativa Grandes Preguntas", un nuevo enfoque de la investigación gubernamental sobre el cáncer.
Responder esas interrogantes "llevaría a superar las barreras que nos impiden avanzar más", dijo Varmus en una reunión de sus asesores científicos a principios de este mes.
Para el doctor Otis Brawley de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, tal proyecto podría ofrecer finalmente pistas sobre un enorme problema que enfrentan los pacientes actualmente: ¿Cómo determinar quién necesita el tratamiento más agresivo, y quién estaría bien evitando las armas de mayor calibre?
Se requiere un efecto dominó de alteraciones genéticas para ocasionar cualquiera de las 200 enfermedades conocidas en conjunto como cáncer. Algunas ocurren en la persona, haciéndola más propensa a la enfermedad.
Pero los tumores también tienen su propia característica genética, de cuatro a siete cambios genéticos que son cruciales para convertirse, digamos, de una célula normal de pecho o colon o hígado en una célula cancerosa, y tienen un patrón de actividad que señala qué tan agresiva será su malignidad.
Esos patrones únicos también ofrecen blancos para el tratamiento, medicamentos que se concentran en senderos genéticos particulares que alimentan el cáncer de una persona, e incluso terapias tipo vacuna, un floreciente campo que apunta a entrenar al sistema inmunológico de los pacientes a reconocer y combatir sus tumores.