El Día Internacional de las Personas de Edad encuentra a más de 300 mil de ellos viviendo en la extrema pobreza en la República Dominicana, sin ni siquiera un sistema de pensiones que los ayude.
Instituciones oficiales cifran en más de 800 mil los envejecientes existentes en el país, donde nadie se inmuta al verlos pidiendo limosna y husmeando en los zafacones situados en calles y avenidas de la capital y pueblos del interior.
Rafael –Pepe- Abréu, presidente del Consejo Nacional de la Unidad Sindical (CNUS), cerca de 20 mil personas que llegaron a la edad de pensión y cotizaron al sistema, ahora se encuentran con la realidad de que el seguro no tiene fondos suficientes para recibir la mísera pensión de 5 mil pesos.
Abréu apunta que igual tragedia sufren las personas de avanzada edad, oriundas de Haití, quienes en los tiempos de Duvalier, cuando traían nacionales del vecino pueblo para trabajar en cortes de caña, no le exigían documentación por acuerdo de los dos gobiernos. Ahora, muchos de ellos, luego de trabajar 45 años no tienen cotización en la Seguridad Social y han tenido que regresar a su país; en tanto que a otros están muriendo en los bateyes.
Precisó que el Estado no asume su responsabilidad de ofrecer una pensión justa y digna a esta población. Algunos mal viven con apenas RD$300.00 y hasta RD$1,000.00, entre ellos(as) encontramos a maestros y maestras. Los organismos de protección a la vejez prácticamente, no existe, sino un voluntariado que asume la responsabilidad de cuidar a esas personas.
Abréu expresó también su preocupación por el hecho de que las personas entradas en edad, es el hecho de que un individuo que no haya cotizado por lo menos 25 o 30 años, no tendrá derecho a optar por una pensión, aún habiendo laborado 24 años.
Según el presidente del CNUS, en los países desarrollados hay personas entrenadas para cuidar envejecientes, denominado este ejercicio “cuarto derecho en seguridad social. Aunque sea la República Dominicana una nación tercermundista, es hora “de que se comience a pensar en eso, pues podrían asignarse fondos distorsionados a una labor tan humana y sensibles”.
Doña Antonia Franco Fernández
Doña Antonia, una anciana de 80 años, que se dedica a pedir limosnas y husmear en los zafacones y basureros en el entorno de la avenida Hermanas Mirabal, de Villa Mella, actividad en la que lleva cinco años, sin que las autoridades llamadas a implementar programas dirigidos a viabilizar y fomentar la salud y bienestar los envejecientes.
Explicó que tiene tres hijos y que se ve obligada a deambular porque sus vástagos no ganan lo suficiente para su sustento. “Pido porque no tengo con qué comer y no recibo ayuda del gobierno”, dijo la anciana, que estaría dispuesta abandonar la práctica si alguna entidad estatal se compromete a socorrerla.
DominicanosHoy.com también visitó el Hogar de Ancianos Luby, ubicado en la Calle Doctor Defilló, casi esquina Bolívar, donde se albergan 37 mujeres y hombres de la tercera edad, que no reciben ayuda alguna de ONG o del Gobierno: “subsisten porque familiares de algunos internos pagan una mensualidad y ayudan con remesas desde el interior, pero ese es sólo un 20%, porque el 80% de estos son personas abandonadas sin nadie que responda por ellos”, asegura Pedro Tejada, asistente de la administración del asilo.
La señora Rosa Fernández es una mujer octogenaria, de rostro triste y cabellos muy canos y cortos. Aunque parca a la hora de hablar, aseguró sentirse satisfecha en este albergue, “estoy bien atendida y me quieren mucho”. Ella es una de las aventajadas pues tiene parientes en el extranjero que le envían algún dinero periódicamente, pero no pueden atenderla.
Para este hogar de ancianos la ausencia de un sistema de protección y asistencia social a envejecientes que funcione desde el Estado, ha sido parcialmente cubierta por las familias, envíos de remesas y por las redes de solidaridad de vecinos y vecinas en las comunidades.
¿Y cómo se protege al resto? Según Tejada, han solicitado ayuda a la Presidencia de la República, a la Primera Dama, la Lotería Nacional, entre otras, pero que hasta la fecha no les ha llegado nada, lo que lamenta pues los internos que tienen familiares, en su mayoría son personas que trabajaron muchos años para el gobierno y hoy no tienen una pensión para cubrir sus medicamentos, “suerte a los hijos o allegados que aunque no puedan tenerlos, al menos pagan para que los cuiden”.
La situación del envejecientes en la República Dominicana es de inhumano, pese a que el gobierno estaría, a través del Departamento Protección a la Vejez del Ministerio de Salud Pública, destinando la suma de unos RD$150,000 millones anualmente a programas para mejorar la calidad de vida de estos ancianos.
El director de dicho departamento, Pedro Khoury Hernández, dijo que esa cartera contempla programas como “hogares de día” de los cuales en al actualidad existen 34 en el Distrito Nacional y zonas de pobreza extrema en la región fronteriza, donde los ancianos permanecen desde la 8.00 de la mañana hasta la 5 de la tarde y reciben tres millones al mes en subvención.