Siguen los esfuerzos por rescatar a los treinta y tres mineros atrapados en las entrañas de la tierra chilena, en la Mina de San José. Las noticias de cada día mantienen a las almas en vilo: las tres perforadoras que excavan las vías de rescate avanzan según informaba el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Aunque la segunda máquina, una perforadora T-130, sufrió tres desperfectos en sus martillos, según pudo conocerse, finalmente funciona con normalidad. Cientos de metros de perforación a la madre tierra, en cuyo seño están estos hombres, atrapados a 700 metros desde el pasado 5 de agosto, en cuyo tercer plan de salvación se prevé el empleo de una sonda petrolera, que al igual que la del Plan B, debe alcanzar un diámetro final que permita la ajustada salida de cada uno de ellos.
Se habla de una cápsula de rescate equipada con oxígeno para ayudarles a salir lo mejor posible. Pero, mientras, ¿qué sucede en torno al sitio bautizado con el nombre inequívoco de Campamento Esperanza? Y aquí hay que rubricar en letras grandes y precisas el concepto de familia. Allí permanecen, en albergues provisorios conformados por frágiles carpas.
De noche, se reúnen en una especie de “carpa comedor-centro de reuniones-capilla donde se suministra alimento a las más de 200 personas”; en tanto que los hijos e hijas han previsto retomar sus clases tras la instalación de un contenedor para poder llevarlas a cabo.
Se trata de un desierto en el mineral, situado a unos 800 kilómetros de Santiago, donde el frío es fuerte, pero ellos, los familiares y amigos permanecen, dando testimonio de fe, esperanzas y de no bajar los ánimos, aunque ven a los mineros en los videos “barbones y enflaquecidos”.
No es raro que se presenten signos de depresión. Golborne dijo: "Voy a usar una frase de Michelangelo Buonarroti. Esto se terminará cuando termine. No se pude especular respecto a fechas del rescate".
Pero, pese a que noviembre nos parece aún lejano para algo que ha conmovido y sigue siendo tema de inquietud para cada ser del planeta, la posibilidad de que puedan adelantarse las acciones y estos hombres puedan volver al seno de sus hogares, hace enarbolar la solidaridad y amor como fuerzas de expresión y gritar a todo pulmón: ¡ánimos mineros, ánimos, ya falta muy poco para que sean salvados de esta larga pesadilla…!