“Bésame, dame un beso de esos que me llegan al alma, que me devuelva la calma…Anda sólo bésame”. Así habría que cantarles a la relación entre los discursos oficiales, sobre todo los del presidente, y la “guerra” de las instituciones armadas contra el comercio de las llamadas drogas ilegales.
Hay tres cosas que son públicas, conocidas, comprobadas:
1- El comercio de drogas ilegales es un negocio del Estado, no de la sociedad civil.
2- El volumen del comercio esta determinado por el consumo, no por la oferta, ésta crece o disminuye en función de cómo se mueva la primera.
3- Las sociedades del capitalismo desarrollado ya no operan en base a las necesidades, sino en base a lo que quieren, a lo que quieran.
Las primeras dos, no tengo que explicarlas, son de dominio de la global, pero la tercera requiere un poco de ampliación pues está ligada a la evolución espiritual del alma humana y ese es un aspecto que para verlo hay que ser poeta.
Hasta la llegada de este capitalismo que te pone 10 carros en tu marquesina, el pensamiento humano estuvo limitado por “las necesidades prioritarias”, esto es, comer, hacer el amor y dormir.
Ahora, cuando el capitalismo abre las infinitas posibilidades de acumulación, nuestros pensamientos también entendieron que debían adecuarse a las nuevas condiciones. Así nace la cultura de “is what I want”, es decir, “es lo que yo quiero”. Incluso, los padres dejaron de preguntarles a sus hijos “qué tú necesitas” y pasaron a preguntarles “qué tú quieres”.
Pero como lo dice un personaje en mí novela La Sagrada Familia, las necesidades materiales de los humanos son tan pocas, tan limitadas, que aterra saberlo.
Y los pobladores de las sociedades de capitalismo desarrollado aprendieron a huirle a ese terror pasando al “es lo que yo quiero”, en vez de “es lo que necesito”. Si usted actúa en base a lo que necesita al instante estará satisfecho, pero si su conducta está normada por lo que quiere, nunca lo estará, siempre demandará una mayor cantidad de cosas y eso es lo que le da vida espiritual al sistema.
Las drogas, en ese sentido, han pasado a ser el beso que le llega al alma. Y para obtener ese beso disponen de los recursos necesarios. El dilema planteado entonces es cuál de las bandas estatales controla la producción, comercialización y distribución de las ganancias generadas por el más fabuloso negocio de la actualidad.
Como el producto aún posee el sello de “ilegal”, es absolutamente indispensable que se cree la contrapartida, es decir, un grupo al que hay que perseguir, por malvados, por perversos. Esos grupos deben tener un líder al que se perseguirá como San Miguel al Diablo.
Toda la batalla se concentra en acabar con el líder, y al momento de su caída, la sociedad podrá vivir en paz por los siglos de los siglos.
Han venido ocurriendo, milagros de las guerras, que cada vez que cae un líder, se ha creado una vacante para uno más ágil, inteligente y tecnológicamente mejor equipado. Estos líderes han llegado al consenso de que no pueden seguir rodando así por así, quieren cuidar con mayor esmero su pellejo. Así que el comercio ya no estará controlado por líderes señalados como grandes capos, sino que la estructura funcionará como Al Qaeda, pequeños grupos, sin importancia mediática, pero con total poder de acción. Aunque no lo han acusado de eso, Agosto quedará en la historia del comercio de las drogas como el último gran líder.