El pasado diciembre leí un comentario donde se quejaba un militante en relación a que, Miguel Vargas, no repartió “dinero” en la navidad. Lo catalogó como un “tacaño” y, que, por esto nunca iba a ser Presidente.
De lo que se deduce que, los aspirantes presidenciales deben pagar un peaje de regalar dinero durante la pre-campaña, la campaña y, luego, ponerlos en nominillas a costa de los contribuyentes.
Desde entonces he estado pensando, ¿en qué han convertido a nuestro país los partidos y los políticos la actividad política? No es que la política sea deshonesta, corrupta, no, somos nosotros los que la hemos llevado al extremo de “asquerosidad” como la denominan muchos ciudadanos(as).
¿Quién es más negociante? El político que tiene como actividad laboral negocios o aquellos que mercadean con la pobreza y la ignorancia, en principio, con sus seguidores y luego con el pueblo.
¿Cuáles son las causas del continuo transfuguismo a lo interno del PRD? Por favor, no me subestimen diciéndome que, son los “besos, abrazos y el cafecito debajo de un árbol frutal”.
Pueden estar seguros que si yo leyera en la prensa que el precandidato perredeísta, Miguel Vargas, anda “regalando”, yo no lo estuviera apoyando; ya que sería un precandidato del montón, de los tantos que nos han gobernados.
¿Por qué? Debido a que estoy en contra de la tradición protectora presidencialista; en vez, de, a la militancia ofrecerles y llevarlo a la práctica un Plan Nacional contra la Pobreza, los marean con comida para hoy, hambre para mañana.
Bien lo dijo, la socióloga Rosario Espinal, en su artículo: “Pueblo barato”.
El presidente brasileño Lula da Silva, no es tan siquiera bachiller; pero, ha sacado al gigante de Suramérica a la visibilidad económica mundial. En nuestro país, tenemos un presidente Magna Cum Lauden, repartiendo electrodomésticos en un país donde la clase pobre están destinados, sí, pero a vivir sin luz eléctrica. Humillando a la mujer a hacer fila en su domicilio particular, refiriéndose a la corrupción como casos aislados. Lanzándose a destiempo a un “jacobeo” reeleccionista y antiperredeísta.
Así, tienen al pueblo dominicano; que ya no creen en un proyecto político. No se confían de las pretensiones políticas de los líderes de su país, porque todo está mercadorizado. Sólo existen dos opciones: la actividad política como clientelismo o el narcotráfico.
He votado en varias elecciones municipales y presidenciales en este país, y nunca me he puesto pensar que no voy a recibir nada a cambio. Claro, que, sí a diario lo recibo. Cada vez que salgo a la calle y dispongo de transportes por las cuatro calles que cruzan por mi casa; cuando tengo un parque a metros de mi domicilio, cuando abro la llave o el grifo, y sale agua apta para beber. Cuando enciendo la luz. Cuando voy al Ayuntamiento y, me atienden con eficacia empleados que no están tensos en sus trabajos porque les quedan dos años de gobierno; ni me miran intentando adivinar si soy blanca o morada. Cuando Hacienda detecta que pagué más de lo debido en mis impuestos y, me lo devuelve. Esto y muchas cosas más hacen que acuda a votar.
No es que la república dominicana deba ser una réplica de España, sólo deseo llamar la atención de que, no vamos por buen camino. Tendremos el gobierno que elijamos con sabiduría e inteligencia. La clave estará en ser nosotros más listos que muchos políticos listos.
Madrid-España.