La que responda a los intereses de las voces populares, de esa mayoría que necesita ver sus sueños y necesidades reflejadas en el contenido de su Carta Magna.
No las ambiciones particulares de “adictos al poder”. La Patria es ara, no pedestal y hay que erigirse en sus defensores y promulgadores de mejores ejemplos; no en vampiros que extraen de ella sus esencias para vivir mejor.
Cuando el presidente Leonel Fernández promulgó la nueva Constitución ante la Asamblea Nacional que, según su criterio, “fue consensuada con todas las fuerzas mayoritarias del escenario político dominicano, siendo los congresistas los portavoces de esos partidos”, muchas voces de la sociedad se elevaron para preguntar, ¿dónde estaban reflejados sus verdaderos intereses?
¿Cuánto se puso de oído en el corazón del pueblo y se supo, en verdad, qué hacer con cada artículo reformado, a fin de reducir la distancia entre los que revisaron y aprobaron y quienes llevan en sus hombros la ejecución de cada paso?
En múltiples escenarios, hombres y mujeres expresaron su rotunda reprobación ante la nueva Constitución de la República, y la mayoría consideró que se debilitaban sus derechos y conquistas cívicas.
Se necesitan reivindicaciones sociales que incluyan un costo más barato de la energía eléctrica, mejores servicios de salud, calles que no se inunden desde que caen las primeras gotas de lluvia y carreteras que no se derrumben acabadas de inaugurar; playas libres, el cese de la corrupción y mayor transparencia.
Esa es la Constitución que quieren y defienden dominicanas y dominicanos con honor, para dar fe a aquel documento sagrado que vio la luz hace 166 años. Una treintena y más de reformas constitucionales han tenido lugar en el país, las cuales el presidente Fernández ha atribuido “a la falta, a lo largo del discurrir histórico, de estabilidad política, fruto, a su vez, de la debilidad del sistema democrático y de desarrollo económico y social”.
Ojalá sea nuestra Carta Magna “Constitución del Siglo XXI”, “garantía de la paz, la democracia, la libertad, la justicia social, el bienestar y la prosperidad de la familia dominicana”.