Puerto Príncipe.- Diez meses después de que un terremoto redujera a escombros los muros del antaño lujoso hotel Montana de Puerto Príncipe, la esperanza y la ilusión comienzan a renacer a medida que sus nuevos cimientos se alzan sobre las laderas del barrio de Pétion-Ville.
Su dueña, Nadine, también ha vuelto a nacer tras permanecer cuatro días sepultada bajo las paredes del negocio que heredó de su familia y que ahora se niega a abandonar, a pesar de que los recuerdos de las horas pasadas atrapada bajo tierra le siguen impidiendo conciliar el sueño.
"En esos momentos pasan muchas cosas por tu cabeza, pero sobre todo se intenta no pensar en nada sentimental. Hay que separar la emoción de lo racional. La cabeza tiene trabajar más que el corazón", explicó la mujer a Efe.
A sus 63 años, perfectamente vestida y maquillada y con una esbelta figura, nadie diría que Nadine pudo haber sido una más de las 90 personas que perdieron la vida en el derrumbe del hotel Montana el pasado 12 de enero.
Su ángel de la guarda, el peruano Edgar Salomón, médico y miembro de la organización española Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), con quien hoy se reencontró en Puerto Príncipe, recuerda emocionado junto a ella el momento del rescate en el que, por un momento, creyó que era imposible sacarla con vida.
"Tenía las piernas atrapadas y corríamos el riesgo de que muriera en el rescate. Pasé horas hablando con ella de todo, de política, de cultura, para que se mantuviera consciente. Todavía conservo los guantes que utilicé esa vez y nunca más. Los guardo en mi casa como una especie de talismán", aseguro Salomón a Efe.
Catorce horas duraron las tareas para liberar a Nadine de los escombros, "aunque hacía días que su hijo se negaba a abandonar la búsqueda porque presentía que su madre estaba todavía con vida".
"Él mismo iba como un loco de un lado a otro, trabajando como un bombero más, levantando piedras, levantado escombros, su actitud era increíble", indico Ángel García Lorite, presidente de BUSF.
De aquel rescate, que marcó para siempre la vida de la mujer haitiana y del bombero que la liberó, hasta el punto de que puso el nombre de Nadine a su pequeña recién nacida poco después, surgió, además, una historia de esperanza y una labor de cooperación que crece día a día en Puerto Príncipe.
Con Nadine como estandarte, los BUSF desplazados a Haití emprendieron tras el terremoto la fundamental tarea de hacer llegar el agua potable al principal hospital que opera en la capital.
Bajo el nombre de Ailé, sobrino de Nadine fallecido en el seísmo, ha surgido también una fundación dedicada a los niños registrada ya en República Dominicana, con sede en Santo Domingo, y que pronto abrirá también sus puertas en Puerto Príncipe.
La empresaria haitiana ha encontrado en los miembros de BUSF "un ejemplo de la fuerza que tengo que tener para ver el futuro de la misma manera que ellos lo hacen".
Nadine significa "esperanza", una palabra que en su boca se transforma en "futuro".
La entereza de los haitianos para levantarse una y otra vez de los golpes que han sufrido a lo largo de su historia es, para Nadine, "un ejemplo de lucha para conseguir un futuro normal".
"Muchos se quieren quedar con sus hijos aquí y espero que la situación les ayude y que así sea", subrayó.