Con razón opina el arzobispo metropolitano de Santiago, monseñor Ramón Benito de la Rosa Carpio, que “mientras haya corrupción no se resolverá el problema de la pobreza”. También asegura el religioso que este no es sólo un problema que incluya soluciones económicas o políticas, sino, además, éticas.
En el país, aunque el presidente Leonel Fernández haya afirmado que no existe un sistema organizado de corrupción desde las instituciones públicas, sino actuaciones individuales que violentan la Constitución y las leyes, la realidad es que un asunto tan sensible se le ha ido de las manos al mandatario y la República Dominicana aparece entre los quince países de mayor desigualdad en la región.
Para Miguel Ceara Hetton, Coordinador de la Oficina del Desarrollo Humano del PNUD, falla la institucionalidad porque no se cumplen las normas y la problemática nacional alcanza límites indeseados. El criterio general es que la nación está peor que Centroamérica y los especialistas entienden que se necesitan mayor inversión en Educación y Salud, pero afirman que no resulta válido que esos recursos se desvíen a los bolsillos de quienes se enriquecen con fondos tales.
Encima, la percepción general y real es que se gasta demasiado en actividades políticas y en campañas electorales prolongadas, otro de los caminos por donde se pierde el dinero que la población no disfruta en escuelas para sus hijos y hospitales dignos.
El problema no es de “micro corrupción” como ha asegurado Leonel Fernández y aunque la región padece de la misma pandemia, la sociedad dominicana muestra síndromes que se han agudizado por excesos de impunidad, bajo la mirada exigua de quienes ostentan el mazo del poder.
No se equivoca monseñor De la Rosa Carpio al reafirmar que el futuro va más allá del problema o desafío técnico y enfatiza en la necesidad de una mayor humanización que significa que desaparezcan “las desigualdades que discriminan el acceso al desarrollo, centraliza el poder y no garantiza los servicios básicos a la mayoría de su población”, tal y como apunta el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).