Para Miguel Ceara Hatton, Coordinador de la Oficina del Desarrollo Humano PNUD en la República Dominicana, la educación es una capacidad que genera otras y, lamentablemente, en el país los inversores vienen a aprovechar la materia prima y no las capacidades de la sociedad dominicana como debía ser.
Resulta inadmisible políticamente, que el ministro de Hacienda, Vicente Bengoa, aunque lo edulcore finalmente, advierta que el Gobierno no podrá destinar un 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) al sector educativo, “debido a las restricciones por el acuerdo suscrito con el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, porque la realidad muestra prioridades de mega obras y otros renglones; en tanto que Salud y Educación han quedado atrás.
Mejorar la calidad de la educación en el país resulta más que imprescindible. Hoy en día la fuente de competitividad está basada en las habilidades del ser humano, es el valor agregado que significan los recursos naturales y en el país, esta fuerza se ha relegado.
Ceara Hatton señala que aproximadamente, un 8% de la población trabaja sin haber ido nunca a la escuela, un porciento muy alto cursó apenas algunos cursos de esos estudios primarias, alrededor de un 40%.
En una nación donde la palabra competitividad aparece una y otra vez en la opinión pública, el índice de Educación, según el informe del PNUD, integra la desigualdad y expectativas que no satisfacen las demandas.
Encima, contamos con una mala distribución de la oferta educativa en la sociedad dominicana, sin olvidar que la calidad educativa, la cual no se mide desde 2007, muestra nefastos los resultados.
Se muestra gran crecimiento económico en la República Dominicana, pero los informes cuestionan qué sucede con las personas que viven en este país, cuyos indicadores indican que la prosperidad no es para la mayoría, sino que alcanza a muy pocos. “Podríamos estar mejor con lo que tenemos “, sentencia Hatton.
El informe del PNUD habla de principios, no de recetas; pero, cada medida adoptada debe beneficiar las transformaciones. La dirección del país debe aprender cuáles son las verdaderas prioridades, porque, en verdad, como tanto se ha repetido: El desarrollo no se ve en las cosas, sino en las personas. Tiene que ser en lo humano antes que todo.
El desarrollo es humano, no de “cosas”
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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