La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha advertido que el Cólera inevitablemente se expandirá por la República Dominicana, aunque consideró que los problemas serían menores en relación con la vecina tierra haitiana, donde la epidemia ha cobrado más de mil seiscientas vidas y mantiene otros millares infectados.
Aunque la OMS advierte la entrada de la enfermedad a través de la frontera y por medio de haitianos que trabajan aquí, la realidad marca otros excesos de indiscriminadas llegadas de personas que ilegalmente arriban al territorio nacional. Encima, como que las infecciones por cólera suelen no mostrar síntomas al principio, la situación se torna más peligrosa, pues si en algo hay que discrepar de la organización que atiende mundialmente la Salud, es que sí se confrontarían grandes problemas en territorio dominicano, a pesar de las medidas adoptadas. Nada se logra con intentar minimizar algo que realmente significa un gran peligro para todos y todas, pues el cólera puede resultar letal si no es detectado a tiempo y aunque en el país se han asumido acciones inmediatas, ya sabemos cuántas deficiencias posee el sector salud.
En muchos puntos de ventas, las personas compran vegetales cuyas medidas sanitarias no responden a la higiene requerida y habría que ver si la calidad del agua que bebe la población está acorde a los estándares de salubridad.
Según ha afirmado el ministro de Salud Pública, Bautista Rojas, en toda la geografía nacional opera una estructura destinada a mantener activo el plan de contingencia contra el cólera.
Rojas planteó que la Jornada Nacional de Educación contra el cólera implicará que todo el territorio nacional esté protegido, o mejor “en guardia” ante la situación existente con la epidemia.
Se prevé que la ciudadanía cuenta con orientaciones e informaciones necesarias y el centro de Operaciones de Emergencia designó al ministro de Salud Pública como vocero, a través de quien el resto de las instituciones encauzarán todo lo que tenga que ver con el cólera.
Ojalá todo esto y más impida que se propague un mal tan terrible, cuyo nefasto fin es el de cobrar vidas humanas.