El grupo de instituciones y personas que han desarrollado la jornada cívica por conseguir un 4% del PIB para la educación han actuado con inteligencia y han inaugurando una forma muy eficaz de protestar.
Los tiempos modernos han implicado un cambio de paradigmas en muchos aspectos. El valor del aporte tecnológico en nuestra cotidianidad, el rol de las redes sociales, la asunción de nuevos actores sociales y la pertinencia de adaptar nuestras formas de actuar ante los conflictos del presente, son elementos que nos llevan a reencausar la manera de abordar el reto de hacer que nuestras naciones avancen. En el pasado lo común era iniciar grandes jornadas de movilización y protestas callejeras para luchar por la consecución de una demanda del pueblo, con las secuelas de victimas y danos sociales, humanos y materiales que eso traía como consecuencia. Eran momentos de ebullición y de conflictos, donde el lenguaje era el de la violencia, del enfrentamiento, de la confrontación. Pero hemos avanzado como sociedad y como mundo global. Hoy existen nuevas formas y métodos para perseguir y alcanzar los objetivos. Y en ese sentido es necesario resaltar una nueva y eficaz forma de luchar que ha inaugurado en nuestra nación un conjunto de organizaciones sociales, juveniles y profesionales que han llevado la vanguardia para que el estado dominicano cumpla con la ley que establece que debe otorgársele el 4% del producto bruto interno a la educación. Esas entidades y ese grupo de muchachos con el conocimiento y la visión que le proporciona esta era digital, han desarrollado un plan simple y sistemático: usar las redes sociales para crear conciencia de su demanda y pararse frente al congreso nacional, en silencio, sin alteraciones de nada, acompañados de un simple paraguas amarillo con una frase escrita: 4% del PIB para la educación. Ese hecho se ha convertido en la más contundente demostración de fuerza jamás imaginada. Y no ha habido muertos, ni enfrentamientos con la policía, ni apresados. Todo el país e incluso el mundo, ha sido testigo de esta acción silenciosa que ha sido capaz de hacer la bulla más extraordinaria en reclamo de un mejor trato a la educación.
Y ha sido tan efectiva que hasta el propio gobierno ha tenido que cambiar su actitud inicial cerrada en torno al asunto. Ya en esta semana las autoridades cambiaron el discurso de que no había cambios en el presupuesto del 2011 por el de que se “buscarán vías para aumentar la asignación a educación”. Y conste que yo comparto el planteamiento del presidente Fernández de que el debate de educación no debe limitarse solo a dinero. Pero para desarrollar planes y proyectos educativos que impacten es necesario aportar importantes cantidades de recursos. Y el gobierno ya lo entiende. Por eso ha variado su posición inicial. Para concretar en la práctica ese cambio, debemos apoyar la jornada convocada para el próximo lunes de vestirnos con algo amarillo y seguir pidiendo, con inteligencia, más recursos para educación.