Política y condición humana

Alguien expresó que la condición humana es fea, fea, fea…y es que en la experiencia de cada ser humano, en la vida de cada uno de nosotros, se refleja muchas veces o casi siempre esa parte horrible del engaño, la trapisonda, la mentira ruín.

A mí me gusta esa frase que reza: “en un cortejo fúnebre…enterraré el engaño y la mentira”.

Uno observa en la cotidianidad cómo se comportan o reaccionan los seres humanos, como hacen frente a acontecimientos donde desnudan su verdadera condición humana, su conducta humana. Muestran el terror de ser y de su existencia.

En el ejercicio político, en el ejercicio de la función pública es cuando uno más se da cuenta de las motivaciones, emociones, racionalidad, normas sociales, normas morales, deseos, creencias, complejos del individuo, que cimientan sus acciones individuales o colectivas.

Un hecho particular en el Cabildo de Santiago, en el informe de los cien días de la gestión de Gilberto Serulle, y en particular en el informe de la Secretaria de Relaciones Internacionales me ha hecho entender que el despliegue ilimitado de deseo pone a los individuos en conflicto, expresándose en  desconfianza reciproca ante la imposibilidad de demostrar eficiencia, capacidad y trabajo.

Son esos individuos que no entienden que la política es una herramienta, así como el ejercicio gubernamental, para la construcción de acuerdos deliberados, marcados por estrategias para evitar violentar  valores individuales.

Y no es que pida que todos actuemos iguales, imposible, la pluralidad es la condición de la acción humana ya que todos somos los mismos, es decir humano, nadie es igual a otro que haya vivido, viva o vivirá.

La conducta de un hombre revela, más que sus palabras, su verdadero pensamiento, sus propósitos y sus ideas.

El que obra con engaño, con trapisonda y mentira no haz de llegar lejos. Yo, por formación, por principios sería incapaz de presentar un informe al Alcalde, sin incluir en él los verdaderos responsables de los actos, hechos y propuestas.

Y para que no se me quiera coger de tonto, debo expresar  que toda conducta es causada, obedece a una causa,  está motivada por algo y persigue una finalidad.

Claro, toca al señor alcalde valorar la conducta, los hechos y actitudes de sus colaboradores, de sus funcionarios.

El autor es periodista

Frontera25_@hotamil.com

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