Lo que no se explica es que hayan fallecido alrededor de 182 parturientas en el país durante el año que recién finalizó, cuyas edades de más de 30 de ellas oscilaban entre 13 a 19 años de edad. O sea, que 19 de cada cien son adolescentes y “peor aún, de las 182 fallecidas, 79 fueron muertes evitables, el 43%”.
Cada vez que editorializamos el tema de la tasa de mortalidad maternal gime el alma por estas cifras que constatan como, cada vez más, los errores médicos se visten de negro en la República Dominicana. El año pasado fallecieron 176 mujeres durante el parto y este, aún sin concluir, apunta seis más.
Lo paradójico es que en el país, 97 partos de cada cien tienen lugar en hospitales y centros de salud del Estado, por lo que no se puede hablar de alumbramientos que tengan lugar fuera de la observancia médica. Sin embargo, en los últimos diez años, con un promedio de mortalidad materna de 156%, la tasa de mortalidad es de 159 por cada 100 mil nacidos vivos. La República Dominicana ocupa el lugar 55 de 136 países y aunque se habla de cifras específicas de responsabilidad médica y hospitalaria, los resultados reflejan que esas embarazadas han dejado este mundo por falta de una atención adecuada.
A estas alturas, ¿qué médico, aún sin tener grados en la especialidad de Ginecología y Obstetricia desconoce que las causas más frecuentes de muertes maternas se deben a la hipertensión arterial, que tratada correctamente durante el período de gestación deja de ser terreno fértil para la parca?
Luego, las hemorragias e infecciones, que también figuran como causa de muertes maternas, con la presencia y actuación del doctor y su equipo, puede salvarse la paciente.
No se trata ya de cancelaciones y suspensiones después que ocurran los decesos. Las muertes maternas pueden ser evitadas.