Cuba.- Lograr una interacción saludable entre el medio ambiente, la biodiversidad y las personas constituye un reto para la industria del ocio, especialmente en aquellos destinos turísticos que contemplan el patrimonio natural y cultural de cada país. Sobre estas realidades dialogó con CND Herman Van Hooff, Director de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe.
Quien también se desempeña como representante del organismo internacional en Cuba, significó que en este país, por ejemplo, existe una gran conciencia creada sobre la importancia de la biodiversidad y la conservación del medio ambiente.
“Esta nación caribeña es muy activa en los encuentros y debates que se suscitan en torno a esas temáticas. Tenemos una colaboración muy estrecha con la dirección de Patrimonio Cultural, por el intenso trabajo que desarrollan en pos de la conservación del legado histórico, de las tradiciones y costumbres que han fraguado la idiosincrasia de los cubanos”, destacó.
Según refirió el directivo, la colaboración de la UNESCO con las autoridades cubanas se remonta a más de cinco décadas atrás. En todos esos años se ha concebido un trabajo conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, así como con el Centro Nacional de Áreas Protegidas.
El señor Van Hooff explicó que en este tiempo ha podido ser testigo del trabajo desarrollado en Cuba en materia de protección medioambiental, no solo en la conservación del patrimonio natural, sino también en el legado cultural. Sin embargo, advierte que en el empleo de lugares de interés histórico y medioambiental como destinos turísticos debe tenerse mucho cuidado, de modo que no se afecten y sigan siendo ese tesoro tan bien preservado por los cubanos.
¿Cómo manejar el equilibrio entre la conservación del medio ambiente y el uso de estos destinos naturales en la industria del ocio?
-Este es un tema bien complejo de tratar, porque no se puede negar la importancia del turismo, ya sea natural o cultural, como elemento esencial de la economía y el desarrollo social. Pero hay que encontrar un punto medio entre la preservación, y el uso de los recursos y lugares de interés en el turismo. Creo que se debe partir de los intereses de la conservación, y diseñar estrategias de turismo sostenible y responsable. De esta manera no solo protegeremos el patrimonio natural de las localidades, sino también su cultura, sus tradiciones, y su identidad como pueblo, con la historia e ideología que le han marcado.
Cuba tiene importantes destinos que ponderan el turismo de naturaleza. ¿Cómo valora la UNESCO la gestión de la Isla en materia de protección del medio ambiente y la biodiversidad?
-Hemos visto el trabajo que realiza el Centro Nacional de Áreas Protegidas, en la conservación de las reservas de la biosfera, de la flora y la fauna autóctona. Creo que se debe partir de un sistema de gestión apropiado en estos sitios, y de ahí insertar un programa de turismo que nunca debe ser separado de la gestión de la preservación.
Dentro del área de América Latina y el Caribe, ¿qué posición considera que ocupa Cuba desde el punto de vista de protección de sus destinos turísticos?
-El Valle de Viñales, por ejemplo, es referencia de cuánto se conserva el medio ambiente con la participación de la propia comunidad. También está la ciudad de Trinidad, el Valle de los Ingenios, la ciénaga de Zapata, entre otros lugares de especial atractivo y salvaguarda de la biodiversidad.
Luego de más de dos años de trabajo en esta isla caribeña, el directivo insiste en cómo se cuida aquí la riqueza del patrimonio cultural y natural, así como la diversidad de sus manifestaciones culturales, de los proyectos locales y comunitarios que se realizan.
Confiesa que uno de los aspectos que más le llama la atención es el compromiso con la cultura que tiene la propia población, pues los cubanos son gente que defienden sus costumbres y rituales, su ritmo y sentimiento de pertenencia por esta nación, y “eso es algo primordial”, concluye.
