La República Dominicana lo que necesita es reflexión. Un profundo y exhaustivo interiorismo de su vida política tradicional y, en especial, de la última década.
¿Qué somos como país, pueblo, dominicanos(as), ciudadanos(as)?
¿Cuáles son nuestros objetivos como Nación, a corto, mediano y largo plazo?
Deseamos vivir en paz, para esto es necesaria una convivencia civilizada.
El despegue hacia el desarrollo progresivo y continuado en la escala humana. ¿Acaso se ha hecho ó se está haciendo bien? O, simplemente, si nos detuviésemos en pensar detener este caos nacional que nos desborda.
Debemos deshacer democráticamente este circo de disfraces angelicales y diabólicos hechizos de maldad. Por permitir engendrar el mal en un país con un presente anémico de valores. Desesperado ante las falsedades de muchos de sus líderes que envuelven con charlatanerías una dura y cruda realidad cotidiana.
Nuestro país se está desangrando ante la ausencia de un liderazgo político que guíe a sus ciudadanos(as) a la meta de sus anhelos y de sus familias.
Un partido político imitador de “Yo, Claudio” que, aprovecha la falta de educación política de un pueblo acostumbrado a las palabrerías y mimos. Que malgasta el dinero de los contribuyentes en nominillas, comida y juguetes, por lo que, desde que nacemos se va fomentando: El Papá-Presidente. El dictador Rafael L. Trujillo, le dio diez pesos dominicano, obligado a mi madre, y así me convertí en su ahijada. Esta herencia político-paternalista todavía nos persigue en pleno siglo XXI.
El precandidato presidencial perredeísta, señor Miguel Vargas, se ha ganado el derecho a demostrarnos a partir de 2012, en cuatro años, si la política no ha perdido su “arte de lo posible”. No somos ingenuos ni idealistas, sabemos que este desastre no se endereza en cuatro años, pero, sí, se puede reconducir el país.
Unidos seremos capaces de erradicar este proceder farfullero, mentiroso compulsivo y de repetitivos violadores de nuestra Carta Magna.
A diario somos testigos oculares o presenciales de que se puede y se logra en otras naciones. En base al esfuerzo, la unión y el trabajo continuado; a la educación elemental, cívica y política de todos sus ciudadanos(as). A la integridad y capacidad gerencial de sus líderes y gobernantes, manteniendo en alto el nombre de su país y el orgullo de su nacionalidad.
La República Dominicana es una bella isla-denominación de origen-de hombres y mujeres que todo lo dieron, incluyendo sus vidas. Hagámosla una Nación ejemplar y valiente, no una tierra de corruptos ni en el estandarte de un banano.
La Convención o Primarias del próximo 6 de marzo del Partido Revolucionario Dominicano, no es una fiesta donde se irá a demostrar quién tiene más alto las cifras de testosterona; no, será un acto político electivo serio.
Un punto de partida donde se decidirá lo que queremos ser a partir de entonces…
Madrid-España.