“Los Gobernantes son seres finitos y limitados que se enfrentan a vastos e innumerables problemas, desde el momento en que le presten atención a uno, le están dando la espalda a otro millón”. Hernando de Soto, en El Otro Sendero.
Debemos estar concientes de que los más pobres y los descontentos no podrán nunca aceptar una sociedad, cuya estructura y forma de actuar les cierre las oportunidades, restrinja el derecho a ser propietario de una vivienda o de la tierra para poderla trabajar sin expectativas racionales y sin límites mínimos convenientes y protección, porque necesariamente la violencia será la respuesta, porque la frustración lleva inexorablemente a recurrir a esos métodos, porque “las limosnas que se dan a un hombre desnudo en la calle, no satisfacen las obligaciones del Estado, el cual debe a todos una subsistencia segura, el alimento, un vestido decoroso y un género de vida que no sea contrario a la salud”.
Es preciso crear un Estado que se constituya en una “compañía de responsabilidad ilimitada, dedicada a la actividad de asegurar a toda persona en cualquier momento frente a cualquier riesgo”, desde su nacimiento hasta la muerte – la cobertura de todas las necesidades y riesgos sociales de los ciudadanos, aún cuando sabemos de la inviabilidad económica y de los defectos dañinos y morales, cuando determinados programas que se llevan a efecto contra la pobreza, resultan que el premiar a ésta lo que se hace es producir más pobreza, cuando intensificamos el noble propósito de ayudarlos.
Esta súper sabido que el llamado Estado de bienestar, que suelen defender con decidido empeño los socialistas, resulta un concepto para más bien corromper a la clase obrera y eso lo saben hasta la saciedad los propios marxistas, por lo cual nuestra posición es la de desarrollar el país para crear más fuentes de trabajo digno, bien remunerado, con un Estado sano, vigilante de la ley, que no se olvide desde luego, de la asistencia social bien dirigida y controlada bajo el signo de que “la seguridad de cualquier individuo pueda en todo momento contar con un nivel mínimo de ingresos es decir, la existencia de una especie de red de seguridad por debajo de la cual nadie puede caer…..Parece no sólo protección legítima contra ciertos riesgos que a todos puedan afectar, sino mecanismo incluso imprescindible a la gran sociedad”.-
Tenemos que luchar, para que no exista limitación a las oportunidades, para que en nuestro pueblo exista el deseo de superación y que no encienda en sus entrañas el fatalismo, la desconfianza y la desesperación. Que la respuesta no sea emigrar o la revolución, porque la primera quita al país lo mejor de sus hombres y la segunda engendra el caos y la pérdida de nuestras tradiciones, nuestra identidad, el terrorismo y por último el vasallaje.
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