Recientemente, conmemoramos el día del nacimiento del patricio Juan Pablo Duarte y aunque los medios de comunicación reportaron algunos actos oficiales en el país, muchas personas se preguntaron si hubo la fuerza que merece la vida y obra de uno de los grandes héroes de la patria dominicana.
Diversas instituciones depositaron ofrendas en el altar de la Patria, pero resultó desafortunado, como señalaron destacadas personalidades, que se cambiara el día 26 como feriado para otra fecha, debido a que las actividades desarrolladas coincidían con horarios académicos o laborales.
Entre las voces autorizadas que se erigieron estuvo la de doña Ivelisse Prats, ex ministra de Educación, quien subrayó la necesidad de que los estudiantes aprendan sobre los aportes de Juan Pablo Duarte y los héroes y heroínas que hicieron posible la formación de la dominicanidad.
Instó la pedagoga a que las escuelas y universidades fortalezcan la enseñanza de la historia como mantenimiento de la identidad nacional en República Dominicana.
No sólo se trata de conocimiento y conciencia nacional, sino del fortalecimiento y avance de la institucionalidad cuyas debilidades señalan hasta qué punto la voluntad política ha soslayado enseñanzas que resultan vitales para el ejercicio
de funciones públicas y, en definitiva, para lograr el desarrollo de la nación.
Este período, considerado “mes de la patria”, resulta momento propicio para profundizar en el pensamiento duartiano y sus ideas, como baluartes de un país democrático, con un futuro mejor para todos y todas.
La historia marca caminos y muestra una memoria que las figuras patrióticas abonaron con sangre e ideología. Las enseñanzas de las ideas patrias se imponen como necesidad impostergable. Son, más que un tributo a sus memorias, necesidad imprescindible de futuro y como reafirmaba un comentarista de la televisión
nacional: Duarte no está pasado de moda, porque la Patria no estará nunca pasada de moda.