No puede pretender ningún gobernante que todo se le aplauda, que todo lo que hace esté bien y que no es merecedor de críticas y sugerencias.
Como destacó Walter Lippmann, uno de los columnistas más influyentes en los Estados Unidos durante el siglo pasado: "Sin periodismo crítico, confiable e inteligente, el gobierno no puede gobernar".
El buen periodismo tiene principios innegociables: desconfiar de la palabra oficial, recoger información de forma independiente y mostrar una realidad desconocida por el gran público y ocultada por el poder.
Que el periodismo mantenga distancia del poder no implica que jamás indique aciertos oficiales o tenga convicciones y posiciones claras sobre determinados asuntos.
Todo el mundo sabe de mi adhesión al Gobierno Municipal, que tengo la camiseta de ese gobierno y del PRD, pero eso no debe impedir el que tome posiciones claras sobre ejecutorias y posiciones municipales.
Todo periodista o comunicador serio debe informar sobre la base del compromiso con principios democráticos, esa es la diferencia, -igualdad de derechos, tolerancia a la diversidad, respeto a la diferencia de opiniones, acceso a oportunidades de expresión, rendición de cuentas, transparencia del uso de recursos públicos, participación amplia- o la adhesión a gobiernos de turno y plataformas partidarias.
Hoy en día, no hay modelo ideal de periodismo. Los ideales de la objetividad, la neutralidad y el abstracto interés público no tienen el lustre del pasado.
Pero no debe haber una opinión desinformada, donde se sacrifiquen los datos, donde se ignoren los hechos.
Y los datos, las obras de estos meses de Gobierno Municipal están ahí, con la participación del pueblo, con el apoyo entusiasta de los diferentes sectores locales.
El pueblo es sabio y habrá de juzgar, como esta juzgando la actitud del alcalde, su trabajo constante, su afán por hacer de Santiago una ciudad moderna, higiénica, acorde a los nuevos tiempos.
Los colaboradores que se aparten del principio del trabajo, de la honradez, de la transparencia serán separados del favor y confianza del ejecutivo, como ya incluso ha ocurrido con algunos.
Los regidores que se equivoquen es el pueblo que en definitiva les juzgara, el alcalde es administrador de los bienes del municipio, su responsabilidad es velar por la pulcritud y el manejo honrado, y que se ejecuten las obras que el pueblo exige y necesita en su comunidad.
La valoración que tiene el pueblo del alcalde es positiva y esta por encima del 80 por ciento, pero no todo es correcto, se le ve al alcalde muy centralista, muy desconfiado, que no delega, que el mas mínimo detalle debe observarlo y ejecutarlo.
Que debe conjugar la dirección de campo, la ejecución directa con el pueblo, con la parte de la gerencia administrativa desde el despacho municipal; que consulte más, que oiga más, para que pueda realmente planificar y manejar la labor municipal de una ciudad tan compleja como esta.
Que confronte a sus funcionarios, sus regidores y los ciudadanos con la información que le dan, que ocultan, desconocen o quizás rehúsan saber.
Y lo mas importante señor alcalde, que a sus colaboradores lo trate con el respeto, la consideración y el lado humano o de relaciones humanas que debe exhibir como elemento fundamental todo político.
Es lo que hace crecer a un político…las relaciones humanas, el detalle, el afecto para con todos.
Le hago estas sugerencias publicas, porque se que usted, por su formación, no me pedirá que tire por la borda la información veraz en nombre de la lealtad y a ofrecer una visión de cerradura mas que una visión amplia de la compleja realidad que le rodea.
El autor es periodista