De lo histórico a lo particular y de ahí a lo general, para reflejar con datos y estadísticas una realidad según su percepción: así transcurrió el discurso del presidente Leonel Fernández este 27 de febrero, al cumplirse el 167 aniversario de la independencia Nacional.
De los cincuenta años del fin de la dictadura trujillista y la manera en que República Dominicana ha avanzado en los diferentes renglones de su desarrollo
nacional y su democracia habló Fernández y resaltó inversiones, creación de empleos, entre otros avances de su período gubernamental, para lo cual citó a
CEPAL, como organismo de Naciones Unidas, que ha reconocido la manera en que el país, en el contexto de la crisis financiera internacional, ha logrado reducir los renglones de pobreza e indigencia.
Pero, escuchar al presidente en esta rendición de cuentas significó, sin duda alguna, más que un derroche de oratoria, un sinnúmero de imprecisiones que
chocan con la realidad que vive esta sociedad, sobre todo cuando aseguró que: “sólo la educación salva a la República Dominicana”, pero no le dio importancia a dedicar más recursos al sistema educativo, aún cuando tantos sectores libran la batalla porque se otorgue a la Educación el 4%, en cumplimiento de una vieja Ley. Los ejemplos de cómo funcionan estas inversiones en Francia, Gran Bretaña y los propios Estados Unidos, nada tienen que ver con la realidad propia.
En esta rendición de cuentas, la más larga que realiza durante sus mandatos presidenciales, Fernández mencionó soluciones técnicas para el sector energético, recordó también los cada vez mayores precios del petróleo, combustibles y los alimentos básicos de la población; pero fueron evasivas las reflexiones que se esperaban sobre cómo enfrentar la situación actual en la República Dominicana.
Resultaron pálidas, además, las referencias de Fernández en cuanto a las relaciones con el FMI, la corrupción, que no se trata de individuos aislados
como los calificó una vez, sino de un mal cada vez más creciente.
Si realmente recurrimos al texto bíblico y leemos a San Mateo, tal y como recomendó el presidente a la hora de analizar: “por sus frutos les conoceréis”,
aflorarían muchas interrogantes, como esta de ¿por qué tantos envejecientes piden en las calles y cuándo se solucionarán las pésimas condiciones en que
reciben la enseñanza miles de niños y niñas en el país? ¿Qué pasó, finalmente con el desayuno escolar? ¿Cuál es el dictamen final con los textos integrados?
Claro está que el tema de la reelección no apareció en la rendición de cuentas del presidente, pero con su estilo seguro, cifras precisas, palabras directas y esa defensa de que “el país no enfrenta un proceso de endeudamiento público excesivo”, Leonel Fernández, más que un discurso de rendición de cuentas, hizo una exposición que llama a creer en sus posibilidades como presidente y como representante ante los organismos internacionales.